martes, 5 de febrero de 2008

BUSCAN INVESTIGADORES DE LA UNAM AHONDAR CONOCIMIENTO SOBRE TEOTIHUACAN


  • Linda Rosa Manzanilla Naim, del Instituto de Investigaciones Antropológicas, pretende dar respuesta a preguntas sobre cómo se rigió el Estado teotihuacano y su capital
  • Indaga los restos de sus gobernantes; ha excavado el conjunto de Xalla, donde ellos se reunían, y el barrio de Teopancazco, al sur de la Ciudadela
  • Científicos del Instituto de Física, construyen un detector de muones, para encontrar posibles cámaras en la pirámide del Sol

Durante seis siglos, quienes gobernaron sucesivamente en Teotihuacan escondieron sus caras y tumbas, no revelaron sus nombres y tampoco sus hazañas. Pero es posible que compartieran el poder cuatro encargados de conducir los destinos de la ciudad, establecieron investigadores de la UNAM.

En forma paralela, avanzan los estudios en el Instituto de Física para construir un detector de muones –partículas elementales de igual carga a un electrón– que permitirían determinar en un futuro si existen o no huecos o cámaras ocultas en la pirámide del Sol.

Para Linda Rosa Manzanilla Naim, del Instituto de Investigaciones Antropológicas (IIA) de la UNAM, dar respuesta a preguntas sobre cómo se rigió el Estado teotihuacano y su capital, es un reto intelectual para aportar piezas al rompecabezas sobre esta urbe prehispánica, la más importante y representativa del periodo Clásico en el altiplano central mexicano.

Es “compleja, multiétnica y atípica”, y su esencia primordial fue la de ser la excepción en Mesoamérica. Su singularidad se hallaba, incluso, en la vida doméstica, refirió.

Entre los mayas, por ejemplo, hubo dinastías y un soberano a la vez, de los que se conocen nombres, proezas, palacios y entierros. Teotihuacan, en cambio, no representó a sus señores. No se sabe “dónde vivieron, quiénes y cuántos fueron, si diversos grupos étnicos participaron en el gobierno, ni el lugar donde fueron enterrados”.

La también miembro de El Colegio Nacional ha propuesto que había co-gobernantes, es decir, cuatro encargados de llevar los destinos de la ciudad, la “Babel multiétnica”, que no fueron incorporados en textos ni murales por tratarse de una entidad colectiva. Probablemente, fueron nobles provenientes de cada sector de ese gran asentamiento, resaltó.

Cada "sección", resultado de la traza urbana con la Calzada de los Muertos, la avenida este-oeste y la Ciudadela en el centro, poseía linajes y animales heráldicos distintos: los felinos para el noreste; las aves de rapiña para el noroeste; la serpiente emplumada para el sureste, y los cánidos para el suroeste, sostuvo.

La única imagen que existe de esos dignatarios, aclaró la universitaria, es la vasija de Las Colinas, en Calpulalpan, donde se observa a los cuatro personajes, alguno quizá de un grupo étnico diferente al teotihuacano, con uno de esos animales al lado.

Resalta uno, vestido como el dios de las tormentas y el rayo, llamado Tláloc por los aztecas muchos años después, con anteojeras, el jefe mayor, el vocero, el que hablaba a nombre de ese grupo, con un tocado de tres borlas al lado, detalló.

Ahora es necesario encontrar sus restos. Para lograrlo, Manzanilla plantea tres lugares posibles: el templo estatal de Teotihuacan, en este caso la pirámide del Sol; en los edificios donde trabajaban –equivalentes al Palacio Nacional actual–, o sea, el conjunto de Xalla, al norte de la misma edificación, o bien, en sus residencias, en cada sector.

La pirámide del Sol y la estructura 2 de Xalla, precisó, son las únicas que poseen jaguares escultóricos en sus fachadas, es decir, estaban dedicadas a la deidad que aseguraba la fertilidad de la tierra en el siguiente ciclo agrícola, propiciaba lluvias en época de sequía o apaciguaba volcanes, entre otras atribuciones.

A la cabeza de un equipo multidisciplinario, la arqueóloga trabaja en los tres frentes para resolver el misterio y, como detective, reúne evidencias que arrojen luz sobre esa civilización que llegó a acoger hasta 125 mil personas, la Roma o Constantinopla de entonces, el centro del mundo, que hizo partícipes de su construcción a quienes vinieron de lejos –zapotecas, veracruzanos, michoacanos, popolocas, guerrerenses, tlaxcaltecas y morelenses– en busca de trabajo.

La “radiografía” de la pirámide

La pirámide del Sol constituye la estructura de mayor tamaño en Teotihuacan, ciudad inscrita en la lista de Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO en 1987, y es la segunda más grande en México, sólo superada por la de Cholula. Con 65 metros de altura, posee una base cuadrada con lados de 215 metros y una superficie total de 46 mil 225 metros cuadrados.

Ocupa un volumen aproximado de un millón de metros cúbicos y su parte externa se subdivide en cinco cuerpos. Presenta un túnel construido por los teotihuacanos a ocho metros de profundidad que llega al centro de la base, junto con otros tres excavados por arqueólogos como Manuel Gamio, quien en 1922 perforó el primero, y descubrió que no hay estructuras internas que indiquen superposición de edificios, como es común en otros monumentos mesoamericanos.

Excepto por ese corredor no debe haber huecos porque, a diferencia de edificaciones con diversas etapas constructivas, como la de la Luna en la misma megalópolis, es una acumulación de tierra revestida de piedra. Eso significa, según la hipótesis de Manzanilla, que ahí no existe una cámara o espacio con una ofrenda o entierro importante.

No obstante, es necesario asegurarse de que ese cuerpo, al que ascienden cada año millón y medio millón de turistas, no persiguió albergar entierros, sino ser sede ideológica o símbolo del poder estatal.

Para ello, científicos del Instituto de Física (IF), encabezados por Arturo Menchaca, avanzan en la construcción de un detector de muones, partículas elementales inestables de carga eléctrica igual a la del electrón y con una corta vida media, de tan sólo una millonésima de segundo, que viajan a una velocidad cercana a la luz. Ello permitirá obtener una “radiografía” del edificio.

Los muones, explicó el especialista, son resultado de la interacción entre los rayos cósmicos de origen extrasolar y la atmósfera terrestre. Son los únicos capaces de atravesar toda la pirámide; no obstante, al hacerlo, pierden energía. Por ello, este aparato sólo podrá captar alrededor de 16 muones por segundo, a pesar de que su capacidad es cuando menos 10 veces mayor.

El experimento se basa en que si de alguna dirección de la pirámide llegan más muones hasta ese instrumento, querría decir que hay menos densidad de materia en una parte del edificio, es decir, un hueco o cámara oculta.

Lo primero, explicó Menchaca, es determinar que lo registrado sea en
realidad un muon y no otro tipo de radiación, como rayos gamma producto del decaimiento del uranio que hay en la tierra. Para ello, se usarán los denominados centelladores, instalados arriba y debajo de seis cámaras multialámbricas.

El científico señaló que “trabajamos todos los días en el detector y se avanza en la calibración del instrumento". Se busca la certidumbre de que el aparato funciona correctamente para que, una vez colocado en la base de la pirámide, arroje datos correctos.

Los otros frentes

Linda R. Manzanilla ha excavado Xalla durante siete temporadas, sitio equivalente en tamaño a la pirámide del Sol e inmediato al norte de ella. Se ha averiguado “que era un lugar donde los gobernantes posiblemente se reunían a trabajar y a hacer ceremonias conjuntas", detalló.

La plaza principal, al centro, tiene cuatro estructuras, cada una a cada rumbo del universo o punto cardinal, e iconografía distinta, informó; la del este refiere al dios de las tormentas y el rayo y, por tanto, a jaguares. Eso revela que de los cuatro co-gobernantes, el de las anteojeras se ubicaba ahí.

"Supongo que se reunían en Xalla para decidir sobre asuntos de Estado y a hacer rituales. Realizaban extracciones de corazón con cuchillos curvos, lo mismo que ceremonias de fuego nuevo". No obstante, abundó, hasta ahora no se ha encontrado evidencia de entierros, aunque se ha excavado sólo ocho por ciento del conjunto.

La clave para entender Teotihuacan, aseguró Manzanilla, es comprender cómo funcionan los barrios. Por eso, los esfuerzos de investigación también se orientan a ello y responden cuestiones de cómo las elites nobles de ese nivel organizaron la mano de obra multiétnica.

Con las excavaciones y un proyecto interdisciplinario ya se tiene una idea clara del barrio de Teopancazco, al sur de la Ciudadela. Se descubrió que los nobles de este sitio provenían de otro lado. Es decir, que los fundadores probablemente llegaron de Veracruz.

Mediante estudios de isótopos de estroncio en esqueletos, en colaboración con el doctor Peter Schaaf del Instituto de Geofísica (IGF), se encontraron diferencias entre molares y fémures. Quiere decir que de pequeños tuvieron una dieta y murieron en Teotihuacan con otro tipo de alimentación, especificó.

Ahí, dijo, tienen como emblema el pez. Con el grupo de paleozoología del IIA (particularmente el biólogo Bernardo Rodríguez) se han identificado 12 variedades del Golfo de México: mojarras, tiburones, bobos, huauchinango, ronco, jurel, cocodrilos, erizos de mar, cangrejos marinos y tortugas.

La nobleza no sólo era provista de tales recursos, sino que llegaron con artesanos especializados, como los sastres que cosían varios objetos marinos a sus mantas de algodón. Además, tenían maneras de deformar el cráneo y mutilar los dientes. Eran los "sacerdotes del océano", los que venían del mar, y todo mundo en Teotihuacan los reconocía por su vestimenta particular.

Luego de adquirir un gran poderío económico, el barrio fue controlado por el Estado teotihuacano entre los años 350 o 400. En su iconografía desaparecen los peces y destaca el jaguar, símbolo del dios de las tormentas.

Con sus estudios, Manzanilla también comienza a resolver el enigma de cómo y por qué llegó el fin de Teotihuacan, luego de 550 años de estabilidad política suministrada por el co-gobierno. “El Estado empezó a tener más control sobre los barrios, y a éstos no les gustó”. Con ayuda del IGF (particularmente de la doctora Ana Ma. Soler) y con base en técnicas de arqueomagnetismo se ha fechado en el año 550 una quemazón en la Calzada de los Muertos y los templos de esa área, incluido Xalla. Eso significa que hubo una revuelta interna. Ese fue el inicio del fin.

Créditos: Universidad Nacional Autónoma de México

1 comentario:

CAT dijo...

aaa y la pieza que me tocó restaurar es de Teopanczco, que bonito uju uju, ya quiero empezar.