- Sigue siendo la mejor opción para niños desamparados, aseguró la especialista de la ENTS de la UNAM, Lourdes Castilla
- Para Nuria González Martin, del IIJ, la internacional debe ser la última opción de las modalidades; lo ideal es que los niños permanezcan en el país, en el entorno sociocultural
- En 2006, se registraron dos mil 817 solicitudes, de las que se concretaron mil 922 y estaban en lista de espera de asignación mil 677 personas
La adopción es la mejor alternativa para establecer un proyecto de vida digno y pleno para niños y niñas sin familia. No obstante, en el país se ha privilegiado la institucionalización de la ayuda para esos infantes y es necesario revisar aspectos operativos para agilizar los procedimientos.
De otra forma, aseguró la especialista de la Escuela Nacional de Trabajo Social (ENTS) de la UNAM, Lourdes Castilla Casillas, se entorpecen todas las acciones emprendidas para favorecer ese proceso.
Uno de los problemas radica en que en el Sistema Nacional para el Desarrollo Integral de la Familia (SNDIF), que evalúa a las parejas o solteros interesados en adoptar a un menor, han realizado esa actividad por muchos años. Ello, dijo, lleva a un cansancio mental y emocional y, por consiguiente, a valoraciones donde se considera que todos los solicitantes tienen problemas de “irritabilidad” o “ansiedad” y, por ello, no son aptos para asumir el rol de padres.
Para la integrante del Instituto de Investigaciones Jurídicas (IIJ), Nuria González Martin, la internacional debe ser la última alternativa de las modalidades de la adopción. Lo ideal es que los niños permanezcan en el país, en el entorno sociocultural, pero lo más importante es que el menor, donde sea, forme parte de una familia.
Este proceso, aseguró la también licenciada por la Facultad de Derecho de la Universidad de Sevilla y doctora por la Universidad Pablo de Olavide, también de esa ciudad española, es la mejor alternativa para niños y niñas solos, pues en el ámbito de las casas cuna u hogar, los chicos, a pesar de encontrar buenas condiciones de calidez humana, no dejan de estar institucionalizados. El cobijo de una familia es fundamental.
Padres sin hijos...
La adopción, explicó Castilla Casillas –también ex coordinadora técnica de Trabajo Social de la Casa Cuna Tlalpan–, es la creación de un vínculo sociofamiliar y afectivo que tiene que ver, fundamentalmente, con un acto jurídico-administrativo.
Puede ser nacional, cuando el procedimiento se realiza en el territorio, sin importar la nacionalidad de los padres, e internacional, cuando según la Convención de La Haya de 1993 sobre protección del niño y la cooperación en la materia entre países –firmado y ratificado por México–, el menor es llevado a otro Estado, aclaró.
Hoy día, es común que las mujeres posterguen la maternidad para desarrollarse personal y profesionalmente, y ello es más denotativo en las naciones industrializadas –donde se da el mayor número de adopciones internacionales–, expuso Nuria González.
Las personas tienen derecho a no vivir en pareja y a no casarse, pero también a decidir ser padres por la vía adoptiva. Sin embargo, señaló Lourdes Castilla, las autoridades podrían considerar que se ha dado prioridad a los “aspectos materiales” y postergado el “deseo natural”, y no buscan hacerlo a favor del menor, sino para eliminar el temor de quedarse solos.
Ahí reside el conflicto, insistió. Son pocas las solteras que llegan a ser madres por la vía adoptiva, y ningún soltero y mucho menos parejas del mismo sexo beneficiadas por la Ley de Convivencia lo logran. “Es una forma de discriminación”.
Ello a pesar de que según una proyección del SNDIF, basada en las estimaciones de crecimiento demográfico del Consejo Nacional de Población, para el año 2010 habrá alrededor de 29 mil 310 infantes sin cuidados familiares e institucionalizados.
El Fondo Internacional de las Naciones Unidas para la Ayuda a la Infancia (UNICEF)l estimó que hasta el 2005 había en México 1.6 millones de niños en grave estado de vulnerabilidad, por orfandad parcial o total, accidentes, VIH, muerte posparto de la madre y migración laboral, entre otras causas, quienes se encontraban en situación de calle, en casas de otros familiares o en proceso de migración, es decir, que nunca llegaron a las instancias institucionales.
La titular del SNDIF, Cecilia Landerreche, dio a conocer que hasta 2007 esa instancia contaba con 32 sistemas estatales y 68 centros de atención para la adopción. La sociedad civil operaba otros 589.
En el territorio, se recibieron en 2003, mil 580 solicitudes nacionales de adopción y 148 internacionales, concluyéndose 682 y 63, respectivamente. En 2004, fueron dos mil 686 nacionales y 176 internacionales, de las que se concluyeron 873 y 100, y en el 2005, hubo 865 peticiones dentro las fronteras y 108 fuera de ellas, de las que sólo se terminaron 291 nacionales y 16 internacionales, según cifras de la Fundación de Estudios Urbanos y Metropolitanos Adolfo Christlieb Ibarrola.
Para el 2006, se presentaron dos mil 817 solicitudes, se concretaron mil 922 adopciones y estaban en lista de espera de asignación de un niño o niña mil 677 personas, según el SNDIF.
... e hijos sin padres
La mayoría de las veces los niños llegan a una casa cuna o a una casa hogar a través de las procuradurías de Justicia. Se trata de menores relacionados con averiguaciones previas por maltrato infantil o hacia la madre, abandono, omisión de cuidados, abuso sexual, muerte de los progenitores, narcotráfico o algún otro delito donde los padres están implicados.
Se determina entonces que no tienen las condiciones para un desarrollo psicosocial sano, e incluso, biológico. Las procuradurías resguardan a los pequeños mientras se hace el desahogo de pruebas, señaló Lourdes Castilla.
Luego, el infante queda a disposición del DIF. Entonces comienzan los juicios para la disputa de la patria potestad. Cuando concluyen quiere decir que no hay nadie en el mundo, padres o familiares, que tengan derechos jurídicos sobre el niño; así queda listo para la adopción.
Esa institución, dijo, cuida el proceso de liberación jurídica de los niños y ningún menor es candidato si la condición no está resuelta. Por ello, no todos los que están en casas cuna y hogar, u orfanatorios –en total 28 mil 107 en 2005– pueden ser otorgados.
Las naciones que recurren en mayor medida a la adopción internacional son las desarrolladas, explicó Nuria González. El país que más niños mexicanos acoge es Estados Unidos, seguido por España, Francia e Italia. El vecino del norte recientemente suscribió la Convención de la Haya, pero aún no la ha ratificado.
La idea de esta legislación, suscrita además por naciones como Rumania, Chipre, Ecuador, Perú, Canadá, Venezuela, Finlandia Suecia, Dinamarca, Holanda, Francia y Colombia, es prevenir delitos graves en contra de los menores, como la explotación infantil o el tráfico de órganos, entre otros, precisó la jurista.
Además, afirmó, es necesario que en todos los casos se dé seguimiento en el país receptor del menor, que no siempre se hace. Se requiere que en tres años, por lo menos, las autoridades del gobierno de origen conozcan la situación y verifiquen que transcurrido ese lapso el niño esté en buenas condiciones y dedicado a estudiar.
Paciencia, el primer requisito
El DIF en el Distrito Federal, por ejemplo, establece como requisitos para el adoptante ser mayor de 25 años, tener 17 más que el adoptado, estar en pleno uso de derechos civiles, tener buena conducta, ser apto y adecuado, tener medios económicos suficientes para mantener y educar al niño como hijo propio, y estar consciente de que el proceso debe ser más benéfico para el adoptado que para el propio solicitante.
Hasta antes de 2004, los interesados a través del DIF Nacional debían esperar nueve meses para obtener una respuesta a la solicitud. Ahora, gracias a la revisión del proceso administrativo y jurídico, ese lapso y la documentación se redujeron a tres meses, explicó Lourdes Castilla, quien participó en el proceso de simplificación.
Sin embargo, la entrega del menor aún puede alargarse de uno a cinco años. El trámite es más fluido sólo cuando existe una exposición voluntaria por parte de la madre biológica, a quien se le da tiempo para que madure emocionalmente. Después puede ratificar la decisión de darlo en adopción ante un juez y un ministerio público; entonces se busca a los padres idóneos, precisó.
En el caso internacional los tiempos de espera son mayores y pueden durar, por lo menos, cuatro años, añadió Nuria González. A pesar de que se promueve la adopción de chicos de seis años o más, los posibles adoptantes prefieren a los bebés y a los niños más pequeños. Esos y otros factores hacen compleja la llegada de un infante a una nueva familia.
Por ahora, concluyó, no queda más que esperar que acciones como la revisión y consenso de criterios entre los diferentes sistemas y modelos de adopción sean en beneficio de los pequeños desamparados, que tanto necesitan un hogar, una familia y unos padres.
Créditos: Universidad Nacional Autónoma de México (www.unam.mx)
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