- A través de cuatro mecanismos básicos que permiten explicar el proceso de ajuste de los niños a este medio, afirmó el profesor de la FP, Carlos Santoyo Velasco
- Se trata del principio de reforzamiento de la actividad o las relaciones, la evocación o correspondencia social, la efectividad social y la regulación mutua, agregó
- Participó en el Segundo Seminario Bienal sobre Desarrollo e Interacción Social: Integración y Configuraciones, inaugurado por la directora de la FP, Lucy María Reidl
En la Facultad de Psicología (FP) de la UNAM se estudian cuatro mecanismos básicos que permiten explicar el proceso de ajuste escolar o adaptación de los niños a este medio, afirmó el profesor de esa entidad, Carlos Santoyo Velasco.
Se trata del principio de reforzamiento de la actividad o las relaciones, la evocación o correspondencia social, la responsividad o efectividad social y la regulación mutua, agregó en el Segundo Seminario Bienal sobre Desarrollo e Interacción Social: Integración y Configuraciones, inaugurado por la directora de la FP, Lucy María Reidl.
El primero de ellos, ya se había identificado claramente en el laboratorio y la generalidad en las escuelas estaba fuera de duda. Los otros tres, son contribución del grupo de trabajo en el que participa el especialista universitario.
El reforzamiento, expuso Santoyo Velasco, implica que la fuerza que adquiere una actividad, dado que ha sido enseñada por una persona, depende de cuántos otros apoyos estén influyendo en el ambiente para cada individuo.
La evocación o correspondencia social, puede verse como a la inversa de la anterior, qué tanto responde el menor a las propuestas de los otros como a jugar o conversar. Tiene un papel fundamental en la explicación de los sujetos-riesgo y los que no tienen problemas, añadió.
La responsividad o efectividad social se cuantifica en términos del número de iniciativas exitosas de un niño, definidas como la aproximación que hace a sus compañeros y cuándo es que obtiene atención de ellos. Nadie alcanza un índice del cien por ciento, 90 por es bastante aceptable, 40 por ciento es preocupante, detalló.
Por último, indicó que la regulación mutua se refiere a que los cuatro principios siempre interactúan. Las relaciones se establecen, se consolidan, se mantienen, pero si algo cambia en el círculo de retroalimentación, puede haber modificaciones en la fuerza del vínculo y debe reorganizarse la red social. La motivación siempre va en paralelo.
Estos cuatro permiten explicar los problemas en las escuelas. No es necesario dar definiciones complejas porque hay simplicidad en el proceso de ajuste que se puede describir a través de ellos. Además, precisó, son cuantificables, reproducibles y flexibles, lo que da la oportunidad de distinguir a los niños de acuerdo a los puntajes que alcanzan en cada uno y predecir su adaptación escolar.
Los conceptos surgieron de la observación directa. La mayoría de la investigación en ciencias sociales se ha desarrollado a través de encuestas y entrevistas, pero en este caso fue estudio de campo, aseguró el doctor en Análisis Experimental de la Conducta por la UNAM, cuyas líneas de investigación son el análisis del comportamiento social y el desarrollo, así como la enseñanza y evaluación de habilidades metodológicas y conceptuales.
Su interés por el tema se dio porque una buena parte de la investigación psicológica ha estado centrada en la relación del niño con sus padres. Sin embargo, dijo, también es importante analizarla en un entorno más allá de la familia, y los infantes pasan gran cantidad de horas en la escuela, enfrentan ahí retos en cuanto a la socialización con sus pares, las normas adultas y los contenidos escolares.
Las aulas son como un laboratorio, porque es un medio complejo pero relativamente constante, en el que puede observarse el proceso adaptativo de los infantes. “Es una gran oportunidad para analizar ese proceso”, señaló en la conferencia magistral Configuración de pautas de comportamiento en el medio escolar: el estudio longitudinal de Coyoacán.
Particularmente, Santoyo Velasco ha trabajado tres temas: la agresión o el acoso escolar, la persistencia académica o falta de ella y cómo establecen sus relaciones sociales, incluyendo en estas a la profesora del salón de clases, recalcó en el Auditorio de Posgrado de la FP Silvia Macotela Flores.
El acoso escolar, subrayó, es un tema de alta importancia, porque en el país existe una gran cantidad de violencia y las escuelas no son la excepción. En ellas hay víctimas y victimadores, infantes que exhiben ciertas pautas de comportamiento de riesgo e indican que pueden convertirse en niños problema más adelante.
Ocasionalmente desertan; reciben expulsiones; no desean las actividades escolares; participan en actos vandálicos, y se inician en el consumo de sustancias, entre otras acciones. Si bien la escuela no lo propicia, ahí ocurren esos hechos, aclaró.
Sobre la persistencia académica, resaltó, ha encontrado que los niños se distraen tremendamente a la hora de las clases. Los profesores tampoco hacen mucho por que esto no ocurra. Es cierto que en algunas instituciones no sucede de este modo, pero parece ser normal en las escuelas públicas.
Los niños, explicó, requieren de cierta atención de sus pares y de la profesora, y generalmente la obtienen realizando actividades poco fuera de lo común, y esto en el aula son a veces actos coercitivos, hacer otras cosas, estar distraído.
De la forma como se establecen los vínculos en el medio escolar, consideró que es un tema fundamental, porque menores agresivos se relacionan con otros iguales. Paradójicamente, la víctima también convive con ellos, “son necesarios uno para el otro lamentablemente”. Son vínculos que se mantienen persistentemente y se establecen independientemente de las reglas de la escuela, concluyó.
Créditos: Universidad Nacional Autónoma de México (www.unam.mx)
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