domingo, 20 de abril de 2008

PLANTEAN ASTRÓNOMOS EL DERECHO DE LA HUMANIDAD A CONTEMPLAR LAS ESTRELLAS


  • Con los telescopios, desde la Tierra es posible contemplar 70 mil trillones de estrellas: Manuel Álvarez, del Instituto de Astronomía de la UNAM
  • Es un bien que debe preservarse, aseguró la investigadora emérita del IA, Silvia Torres de Peimbert
  • No sólo debe ser un derecho, sino una obligación recuperar la capacidad de asombro ante lo existente, incluyendo el cielo nocturno, afirmó Manuel Álvarez
  • El 20 de abril se ha propuesto declarar como la Noche Mundial por el Derecho a la Observación de las Estrellas

Astrónomos de todo el planeta han propuesto declarar el 20 de abril como la Noche Mundial por el Derecho a la Observación de las Estrellas, como "una manera de propiciar que ese recurso que debe ser de la humanidad, se preserve", aseguró la investigadora emérita del Instituto de Astronomía (IA) de la UNAM, Silvia Torres de Peimbert.

Si bien son miles, millones de ellas y superan en número la cantidad de granos de arena de todas las playas y desiertos del planeta, en las ciudades –contaminadas por luz artificial y humo–, no es posible distinguir ni siquiera a las cinco mil estrellas que sí se pueden observar a simple vista con un cielo limpio.

Para el también integrante del IA en Ensenada, Baja California, Manuel Álvarez, no sólo debe ser un derecho, sino una obligación recuperar la capacidad de asombro, de maravillarse ante lo existente, que incluye el cielo nocturno, y disfrutar así el contacto con la naturaleza.

Soles "sin-cuenta"

"Uno de los gestos más antiguos del hombre es alzar la cabeza y contemplar con asombro el cielo estrellado. Casi siempre se termina con un sentimiento de fraternidad con el Universo", expresó el escritor Octavio Paz.

Quizá esa hermandad sea resultado de que los humanos son un eslabón de la cadena del ser, como llamaban los antiguos filósofos al cosmos. La visión de la luz de las estrellas ha sido y es una inspiración para toda la humanidad. Su observación también ha representado un elemento esencial en el desarrollo de todas las culturas y civilizaciones.

Al mismo tiempo, la contemplación del firmamento ha sustentado, a lo largo de la historia, muchos de los avances científicos y técnicos que definen el progreso, como se menciona en la Declaración sobre la Defensa del Cielo Nocturno y el Derecho a la Luz de las Estrellas, firmada en La Palma, Islas Canarias, España, el 20 de abril de 2007.

El estudio de los objetos celestes, la astronomía, ha producido cambios fundamentales en el pensamiento humano, explicó Manuel Álvarez. "No se duda que la Tierra gira alrededor del Sol y que éste se mueve en torno al centro de la galaxia".

Pero no sólo eso, abundó el especialista. También ha propiciado un desarrollo instrumental que hoy beneficia no sólo a los astrónomos profesionales –quienes utilizan potentes telescopios–, sino a la población en general, mediante detectores que se usan en medicina, o dispositivos en cámaras de fotografía y video, por ejemplo.

Es gracias a la ayuda de los telescopios que, desde la Tierra, es posible observar 70 mil trillones de estrellas, es decir, un siete seguido de 22 ceros, según el cálculo presentado en la asamblea general de la Unión Astronómica Internacional en 2003, por un equipo de especialistas de la Universidad Nacional de Australia.

Ese número, difícil de asimilar, es mayor que el número de granos de arena de playas y desiertos. Además, hay que considerar que los australianos sólo "contaron" las estrellas visibles con los telescopios más potentes, sin considerar aquellas que no se han podido ver, las que sólo dejan rastro en radiotelescopios o están fuera del espectro visible.

El número de soles en el universo es "sin-cuenta", bromeó Manuel Álvarez. "Imaginemos que tomamos una foto instantánea de la gente que vive en la Ciudad de México. En un sólo instante nacen bebés y mueren personas. Hay todo tipo de individuos, cada cual con un camino evolutivo: nacen, crecen, se convierten en adultos, y finalmente mueren". Lo mismo pasa con las estrellas, cuyo número nunca sería estable.

También hay que tener en cuenta que la luz de las estrellas que llega a los telescopios terrestres puede tener millones de años de antigüedad, por lo que aquello que se ve ahora podría ya no estar ahí, puntualizó.

Pérdida del recurso "cielo"

A pesar de su importancia, la calidad del cielo nocturno, y, por tanto, el acceso a la luz de las estrellas y de cuantos objetos llenan el cosmos, se está deteriorando en muchas zonas. La contemplación estelar es cada vez más difícil. Ese proceso enfrenta a la pérdida generalizada de un recurso cultural, científico y natural.

La integrante del Sistema Nacional de Investigadores, Silvia Torres, refirió que ver las estrellas significa distinguir puntos de luz en un fondo oscuro. De día, esos soles están ahí, pero no se ven porque el "astro rey" ilumina la atmósfera; no hay contraste.

Eso no debería ocurrir de noche, sin embargo, advirtió, en cada vez más lugares, la luz del alumbrado público, de los espectaculares, entre otros, llena el ambiente e impide que el fondo del cielo sea oscuro. Por desgracia y sin darse cuenta, en las ciudades se dejan de ver las estrellas o sólo se aprecian unas cuantas, las más brillantes.

"Se han perdido las estrellas, ya no se observan. Las personas en las urbes ya no voltean al cielo; muchas nunca han visto las constelaciones. Es un bien que se está desaprovechando cada vez más", aseguró la galardonada con la Medalla Guillaume Bude, del College de France, y el Premio Universidad Nacional en el área de Ciencias Exactas.

La iluminación artificial, por supuesto, es de gran ventaja, explicó la emérita. Permite realizar actividades de noche, en campos como el entretenimiento, el trabajo, la convivencia familiar y da seguridad; por ello, no quieren calles oscuras.

Sus bondades son importantísimas, sin embargo, apuntó, se usa en exceso, sobre todo cuando se dirige al cielo, lo cual representa un desperdicio de energía que es costoso para los gobiernos. Ese empleo es innecesario, pues no representa ningún beneficio para las actividades cotidianas.

En la Declaración de Canarias, se refiere que la contaminación lumínica va más allá. Los efectos negativos sobre la calidad atmosférica de los cielos nocturnos en los espacios naturales, causados por el incremento de las emisiones y la intrusión de la luz artificial, afectan gravemente a muchas especies, hábitats y ecosistemas.

El despilfarro inconsciente de energía eléctrica se ha traducido en trastornos de muchos animales nocturnos, como tortugas, aves e insectos; en desequilibrios de ecosistemas, en mala polinización de flores nocturnas y en alteraciones en los hábitos migratorios y reproductivos de muchas especies, apunta.

Además, en todo el mundo quedan ya pocos sitios apropiados para la observación astronómica. En el hemisferio norte son cuatro, y "uno de ellos es el de la Sierra de San Pedro Mártir, en la parte más alta de la península de Baja California. Ahí se tiene instalado el Observatorio Astronómico Nacional (OAN), donde el clima es favorable, con pocos nublados, y un cielo oscuro".

Otros sitios adecuados están en Arizona y Hawai, EU, además de las Islas Canarias, España, aunque el mejor es el mexicano; en el hemisferio sur está Chile, consideró Manuel Álvarez, experto en astrofísica estelar y con estudios en la Universidad de Colorado.

Los astrónomos quieren que la calidad del cielo nocturno se preserve. Es importante que, en general, se haga un uso más racional de la luz artificial y que se protejan tan importantes sitios, puntualizó Silvia Torres.

Optimizar el uso de energía eléctrica y defender los cielos nocturnos limpios es también una dimensión esencial en la lucha contra el cambio climático. "Este es el momento de dar protección a la observación de las estrellas. Es relevante que haya luz eléctrica en el mayor número de lugares posible, pero lo es más que se haga de forma racional", expuso.

Fuera luces

El IA ha logrado una enorme colaboración con el municipio de Ensenada, donde una reglamentación local conocida como Ley del Cielo, ayuda a preservar las condiciones idóneas de observación del OAN.

La norma, que controla la contaminación lumínica, ya se aplica en nuevos desarrollos habitacionales, donde se cuenta con lámparas de sodio que dirigen la luz hacia abajo, y no en todas direcciones, y establece que el alumbrado ornamental de edificios públicos, jardines y monumentos permanezca apagado después de la media noche, entre otras acciones, explicó Álvarez.

No obstante, reconoció, "se necesita seguir trabajando para que se aplique en otros municipios como Mexicali y Tijuana, cuyas luces podrían interferir pronto en las observaciones". Además, hay que ser cuidadosos con los desarrollos turísticos, industriales y portuarios, agregó Torres de Peimbert.

Pero más allá del aspecto científico, es indispensable rescatar el derecho de todos para ver las estrellas. "Es un bien hermoso, un don que se ha olvidado y que cuando se recupera en alguna playa o bosque, maravilla y estremece. De seguir así sería como si desaparecieran las flores. Dejar de verlas es una grave ausencia", opinó.

Por ello, se pretende que la noche del 20 de abril sea una oportunidad para reconocer el derecho de voltear la cara al cielo, encontrarse con las estrellas y recuperar la capacidad de asombrarnos, finalizó Manuel Álvarez, y también, por qué no, el derecho a seguir soñando.

Créditos: Universidad Nacional Autónoma de México (www.unam.mx)

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