domingo, 6 de abril de 2008

EN MÉXICO, EL 19 POR CIENTO DE LAS DISCAPACIDADES SE ORIGINAN POR PROBLEMAS PERINATALES

  • De ahí, la importancia de detectar y tratar el daño cerebral en los recién nacidos, afirmó la investigadora del Instituto de Neurobiología, Thalía Harmony
  • El 10 por ciento de los bebés prematuros presenta alguna afectación, abundó
  • Entre más pequeños sean los bebés, destacó, es mejor para el inicio del tratamiento. Se recomienda antes de los tres meses de edad

En México, el 19 por ciento de las discapacidades se origina por problemas perinatales; de ahí la importancia de detectar y tratar el daño cerebral en los recién nacidos, afirmó la investigadora del Instituto de Neurobiología (INB) de la UNAM, Thalía Harmony Baillet.

La jefa de la Unidad de Investigación en Neurodesarrollo Augusto Fernández Guardiola del INB, con sede en Juriquilla, Querétaro, expuso que, además, alrededor del 10 por ciento de los nacimientos prematuros presenta alguna afectación, es decir, la incidencia es alta.

El daño cerebral –que produce parálisis, trastornos auditivos y desórdenes de atención, aprendizaje y lenguaje–, se genera por diferentes patologías, una de ellas es la leucomalacia, es decir, apuntó, el reblandecimiento de la sustancia blanca del encéfalo, fundamentalmente en niños prematuros.

Otro problema frecuente es la asfixia perinatal, que se observa en los bebés prematuros y en los que llegan al término, y que puede dar lugar a una encefalopatía, abundó la experta. Uno más es el aumento de la bilirrubina en sangre, que puede pasar al cerebro y lesionarlo cuando el niño es pequeño.

Ello se debe a diferentes causas. Por ejemplo, se piensa que la leucomalacia se presenta en el último trimestre del embarazo, fundamentalmente por falla en la circulación y la oxigenación del cerebro del bebé en el útero e, inclusive, por problemas de infecciones de las vías urinarias o genitales de la futura madre, refirió.

Otro origen frecuente, añadió, son las alteraciones en la presión sanguínea de la progenitora, o bien, que el cordón umbilical está comprimido.

Las lesiones, detalló Harmony Baillet, se detectan con un examen pediátrico, y se comprueba la existencia con métodos de imagen. Uno de ellos es el ultrasonido, pero en la Unidad de Investigación se usa la resonancia magnética, que ofrece una mayor definición.

Entre más pequeños sean los bebés, destacó, es mejor para el inicio del tratamiento. Antes de los tres meses de edad es lo indicado. Cuando así ocurre, la mitad de los casos alcanza un desarrollo psicomotor normal, y el 16 por ciento mejora sustancialmente, luego de 18 meses de asistencia.

La universitaria señaló que el procedimiento con cada pequeño depende de sus propias características. “A veces, las lesiones pueden originar epilepsia, y en esos casos hay que dar un tratamiento adecuado; con mayor frecuencia se requiere sólo de una terapia neurohabilitatoria”.

Esta última, se basa en la estimulación del sistema vestibular, del equilibrio, por efecto de la gravedad, e implica el desarrollo de movimientos complejos en el bebé, pero también evitar que se presenten posiciones o movimientos anormales. Se trata, fundamentalmente, de un entrenamiento para que el niño pueda realizar los movimientos normales de gateo, de la marcha, de subir y bajar escaleras o correr.

Para lograr estos objetivos es necesario trabajar de modo intenso no sólo en la Unidad de Investigación del INB, sino en casa, por parte de los padres, de cuatro a cinco veces, en sesiones de 45 minutos, todos los días. Se trata de la llamada terapia de neurohabilitación, diseñada por Ferenc Katona, neurocirujano húngaro, que ha aplicado a más de 400 infantes con daño cerebral en forma exitosa, explicó la especialista.

La Unidad de Investigación en Neurodesarrollo, dijo, tiene capacidad para atender entre 150 y 200 neonatos, y cuenta con equipo para la detección temprana y disminución de la incidencia de discapacidades en bebés con lesiones encefálicas.

Para efectuar su labor, las instalaciones cuentan con una Unidad de Resonancia Magnética, un magneto Philips Intera de 1.0 Tesla (medida electromagnética), ultrasonido doppler y transcraneal, laboratorios de electrofisiología totalmente equipados con cámaras especializadas y equipo de EEG para mapeo cerebral, así como para audiometría y potenciales evocados. En la Unidad existen además consultorios para evaluación neuropediátrica, psicológica y de lenguaje, así como dos salones de terapia.

Créditos: Universidad Nacional Autónoma de México (www.unam.mx)

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