domingo, 20 de abril de 2008

ALERTA IPN SOBRE DAÑO AL ADN DE PERSONAS PROVOCADO POR CONTAMINACIÓN POR PARTÍCULAS ATMOSFÉRICAS

Científicos del Instituto Politécnico Nacional llevan a cabo una investigación a través de la cual comprobaron que la contaminación producida por partículas atmosféricas afecta el Ácido Desoxirribonucleico (ADN) contenido en las células de las personas expuestas a los contaminantes, fenómeno que ha ocasionado enfermedades crónico obstructivas de las vías respiratorias (bronquitis crónica, asma y enfisema) y en estados avanzados hasta cáncer.

La investigadora del Centro Interdisciplinario de Investigaciones y Estudios sobre Medio Ambiente y Desarrollo (CIIEMAD), María Eugenia Gutiérrez Castillo -quien encabeza la investigación-, aseguró que las personas al exponerse a altas concentraciones de partículas suspendidas en el ambiente, se genera estrés oxidativo (radicales libres) y cuando el organismo humano no tiene la capacidad de reparar el daño que esto genera, las células se reproducen con defectos, lo cual en el largo plazo se constituye en el causante de enfermedades crónicas en las vías respiratorias.

Enfatizó que como parte de los estudios que ha realizado, se aisló el ADN de células de epitelio alveolar humano y se puso en contacto con partículas atmosféricas contaminantes y mediante equipo altamente especializado se observó que existe una relación entre el daño del ADN y las concentraciones de partículas. “Mediante los estudios que realizamos en el laboratorio pudimos establecer que entre mayor es la concentración de partículas contaminantes, el daño del ADN se incrementa”, detalló.

De acuerdo con el proyecto de investigación -que se realiza en colaboración con el Sistema de Monitoreo Ambiental del Gobierno del Distrito Federal, el Instituto Nacional de Investigaciones Nucleares, la Universidad Nacional Autónoma de México, el Servicio Meteorológico Nacional y el Instituto Mexicano del Petróleo-, se hace urgente la necesidad de generar en México nuevas normas en torno a las partículas atmosféricas.

“Actualmente se reglamentan aspectos relacionados con el tamaño y concentración de las partículas atmosféricas, pero es imprescindible establecer parámetros relativos a su composición química, toda vez que hay partículas de tamaño muy pequeño que son altamente tóxicas y están incidiendo en la salud de la población de las ciudades con mayor contaminación, por ello se requieren tomar medidas para evitar problemas mayores de salud”, advirtió.

Explicó que en Estados Unidos están más avanzadas las investigaciones científicas que sustentan la emisión de normas, pero los estudios que realiza el IPN en colaboración con distintas instituciones, han registrado avances significativos, lo que permite augurar que se puedan tomar en cuenta estos estudios para la generación de las normas ya no solo a nivel nacional sino internacional, para regular la composición química de partículas atmosféricas.

La doctora en neurociencias y con especialidad en medio ambiente, Gutiérrez Castillo refirió que el organismo humano tiene mecanismos de defensa que sirven como filtro para evitar que cuerpos extraños penetren en él, sin embargo existen partículas extremadamente finas que no pueden detener los mecanismos de defensa.

“Las partículas se clasifican por su tamaño: Las PST (Partículas Suspendidas Totales que son menores o iguales a 100 micrómetros), las PM10 (Partículas Menores o iguales a 10 micrómetros) y las PM2.5 (partículas finas que miden 2.5 micrómetros o menos); las de mayor tamaño son detenidas y eliminadas por los mecanismos de defensa, pero las más pequeñas son tan finas que no son eliminadas en su totalidad por las barreras naturales y entran a las vías respiratorias”, afirmó.

La científica del Politécnico refirió que actualmente se realizan estudios en otros países porque existe la hipótesis de que cuando las partículas son muy pequeñas pueden penetrar al sistema nervioso central a través del nervio olfatorio y pueden ocasionar estrés oxidativo y tener influencia en el desarrollo de daños neuroquímico, neuropatológico y neurodegenerativo.

Comentó que las partículas finas son potencialmente más tóxicas que las de mayor tamaño, su composición química es más compleja, las concentraciones son más elevadas, la adsorción y transporte de sustancias tóxicas es superior y su tiempo de permanencia en el aire es más prolongado, toda vez que pesan menos y no caen tan fácilmente.

Al tomar en cuenta el potencial tóxico de las partículas finas y como parte de la investigación, se ha monitoreado la calidad del aire de distintos puntos de la Zona Metropolitana de la Ciudad de México.

“Hemos colectado muestras de los municipios de Tlalnepantla y Xalostoc, ubicadas en el Estado de México, donde existe un ambiente industrial de alto flujo vehicular y residencial; en el área de la Merced, por ser una zona de servicios y alto tránsito vehicular, así como en el área del Pedregal, donde hay alto flujo vehicular y residencial”, refirió.

Indicó que de acuerdo con los reportes se ha encontrado que la cantidad de componentes químicos en las partículas suspendidas varían dependiendo la época del año. “De noviembre a febrero hay alta concentración de metales e hidrocarburos poliaromáticos y en época de calor hay más cantidad de proteínas derivadas de la materia fecal proveniente de fauna nociva, mientras que durante todo el año hay presencia de ácidos fúlvicos”, acotó.

Gutiérrez Castillo explicó que de acuerdo con los resultados de los estudios han observado la presencia de metales pesados como el vanadio y níquel, los cuales son tóxicos y dañinos a la salud.

“Como parte de los estudios que estamos realizando, hemos evaluado la toxicidad de diferentes contaminantes y encontramos que el vanadio y el níquel se presentan consistentemente en todas las evaluaciones, por lo que continuaremos con los estudios para establecer cuáles compuestos son los más tóxicos y dañinos para el ADN, a fin de emitir conclusiones al respecto y hacer la publicación internacional”, puntualizó.


Finalmente, la especialista del IPN recomendó a la población comer alimentos en su estado natural, es decir, evitar el consumo de productos enlatados o con conservadores para incrementar la fuente de vitaminas como la A, C y E, las cuales reducen el estrés oxidativo y ayudan a prevenir afecciones de las vías respiratorias.

Créditos: Instituto Politécnico Nacional (www.ipn.mx)

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