Es necesario resolver con urgencia los conflictos potenciales entre la producción bioenergética y la protección del medio ambiente, el desarrollo sostenible, la seguridad alimentaria de los campesinos pobres y el desarrollo económico de los países que suministran materias primas para la bioenergía, según el estudio, que se centra en el desarrollo de la bioenergía en el G8 más cinco países.
“El desarrollo de la bioenergía representa la respuesta más inmediata y disponible para al menos cinco problemas y oportunidades clave: hacer frente a los precios récord del petróleo; la necesidad de los países importadores de crudo de reducir su dependencia de un número reducido de naciones exportadoras diversificando sus fuentes de energía y sus proveedores; la oportunidad para los países emergentes en las regiones tropicales de suministrar al mercado energético mundial combustibles líquidos a un precio competitivo; cubrir la creciente demanda de energía de los países en desarrollo,-en particular para apoyar el desarrollo en zonas rurales-, y los compromisos alcanzados para reducir las emisiones de dióxido de carbono dentro de la lucha contra el cambio climático”, aseguró Corrado Clini, presidente de
“La bioenergía es ya una alternativa real a los combustibles fósiles, y al mismo tiempo, como ha quedado demostrado en Brasil, puede ser la fuerza motriz para el desarrollo en algunas de las regiones más pobres del mundo”, agregó.
Se calcula que la bioenergía cubrirá el 20% de la demanda mundial de energía para el año 2030, para alcanzar entre el 30% y el 40% en 2060. Según el escenario alternativo de
Alexander Müller, director general adjunto de Ordenación de Recursos Naturales y Medio Ambiente de
Fuente: Organización de las Naciones Unidas (Centro de Noticias ONU)
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