viernes, 21 de diciembre de 2007

SE UBICA LABORATORIO DE DIAGNÓSTICO DE OBRAS DE ARTE DE LA UNAM A LA VANGUARDIA


* Afirmó Tatiana Falcón Álvarez, integrante de este espacio perteneciente al Instituto de Investigaciones Estéticas

* El tipo de labor efectuada, la profundidad de los estudios y conclusiones, lo sitúan como uno de los más importantes de AL, señaló

* En los proyectos participan conservadores, fotógrafos, físicos, químicos, historiadores del arte y arqueólogos

El Laboratorio de Diagnóstico de Obras de Arte (LDOA) del Instituto de Investigaciones Estéticas (IIE) de la UNAM, se ubica como uno de los más importantes de su tipo en América Latina, dedicados a la historia del arte y la conservación del patrimonio artístico y cultural.

Tatiana Falcón Álvarez, integrante de este Laboratorio, dijo que a pesar de que este sitio es de reciente creación, tiene acceso a las metodologías y técnicas aplicadas al análisis artístico, gracias a la coordinación con los diversos institutos de la Universidad.

Las labores efectuadas, subrayó, la profundidad de los estudios, conclusiones, y las miras con las cuales se tratan los temas lo sitúan en un lugar importante en el planeta. “Se requiere crear un equipo de investigación, porque el trabajo interdisciplinario, como el realizado en el Laboratorio, necesita un lenguaje común; es decir, debe haber un entendimiento con los físicos, químicos y demás especialistas”.

Creado en 1982, refirió, sus objetivos son apoyar el conocimiento y la investigación en historia del arte, y la conservación del patrimonio artístico y cultural mediante el trabajo especializado de análisis de materiales y de procedimientos empleados en la creación de obras.

De esa forma, comentó Falcón, los proyectos de investigación del LDOA se desarrollan por equipos de trabajo interdisciplinario en los que participan conservadores, fotógrafos, físicos, químicos, historiadores del arte y arqueólogos, entre otros.

Se ha centrado principalmente en estudios de pintura: murales prehispánicos, pintura colonial, moderna y contemporánea, dijo. El Laboratorio trabaja para instituciones culturales públicas y privadas, pero no da servicio a particulares ni emite certificados de autenticidad.

El Laboratorio fundamenta sus análisis a través de la combinación de observación directa, análisis colorimétricos, radiaciones ultravioleta, reflectografía infrarroja, fotografía digital de alta resolución, fluorescencia de rayos X, análisis microquímicos, microscopía óptica y de polarización, apuntó.

Los resultados son presentados en diferentes medios, como informes, publicaciones o conferencias; además, se genera un archivo documental con bases de datos relacionales, acervos fotográficos, y un conjunto de pigmentos, fibras y aglutinantes, detalló.

Falcón precisó que se ha dedicado, sobre todo, a trabajar distintos procedimientos de pintura; lo que lo hace rico y diverso es que no se restringe a un tiempo histórico, porque se estudia desde el periodo precolombino hasta el contemporáneo.

Se hace la “definición de las técnicas pictóricas, lo que es importante, porque dependiendo de la época, la perspectiva del estudio es diferente. Por ejemplo, para el caso de la pintura antigua, desde la prehispánica hasta la colonial, se carece de una historia y de documentos que hablen de las escuelas”. Anterior a la Conquista sólo hay referencias de cronistas y frailes, pero hay un desconocimiento en cuanto a prácticas y elementos, explicó.

El análisis material, puntualizó, tiene dos puntos de particular interés; por un lado saber cómo están hechas las obras y con qué componentes se constituyeron. Ello permite tomar decisiones más acuciosas, puntuales y certeras de cómo restaurar la pieza dañada, lo cual es fundamental para futuras intervenciones.

Por el otro, añadió, para la historia del arte es esencial saber que la pintura mural teotihuacana está realizada en una técnica al fresco y que se puede seguir una cronología de 700 años de evolución; además de ver cómo progresaba la tecnología de la molienda de pigmentos.

Dependiendo de la época se definen y problematizan los objetos de estudio. En la Colonia, por ejemplo, una de las grandes incógnitas es conocer las escuelas que influyeron en los primeros pintores. Ello enriqueció las perspectivas y el conocimiento de la influencia que llegaba a México, cómo se adaptaban o adoptaban, o si se importaban materiales. Así se construye una parte de la historia que era desconocida, señaló.

Indicó que el Laboratorio ha crecido en personal y sus enfoques se han ampliado. “La experiencia nos ha enriquecido en cuanto a nuevas implementaciones tecnológicas, equipo de punta, novedosas metodologías, la integración de otros investigadores del área de ciencias al equipo”.

Tatiana Falcón recordó que en México sólo hay otro laboratorio similar en los Estudios Churubusco, donde se ubica la Coordinación Nacional de Conservación del Instituto Nacional de Antropología e Historia. La diferencia radica en que la investigación que se efectúa en aquel tiene como fin restaurar la obra, y el laboratorio de la UNAM busca apoyar la historia del arte; además, los enfoques son distintos.

Este espacio lo fundó Rita Eder en 1982 y en ese momento el colegio de investigadores del Instituto decidió abrir un lugar que le diera servicio al público. Hoy se trabaja más de cerca con miembros del IIE y repositorios artísticos, como museos, para estudiar obras y autores conocidos, que son los pilares de la historia del arte en México.

Fuente: Universidad Nacional Autónoma de México (Boletín UNAM-DGCS-761)

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