· Feggy Ostrosky-Solís, académica de la Facultad de Psicología de la UNAM, dijo que estos comportamientos se presentan en diferentes niveles y van desde el abuso doméstico hasta el crimen en las calles y los homicidios
· La directora del Laboratorio de Neuropsicología y Psicofisiología, dijo que en ese espacio estudian las emociones mediante estudios de neuroimagen precursores en México
Las conductas violentas son cada vez más comunes en la sociedad y se consideran en la actualidad como un alarmante problema de salud pública, afirmó Feggy Ostrosky-Solís, directora del Laboratorio de Neuropsicología y Psicofisiología de la Facultad de Psicología (FP) de la UNAM.
La académica señaló que estos comportamientos se presentan en diferentes niveles, que van desde el abuso doméstico hasta el crimen en las calles y los homicidios. Ante la posibilidad de ser una de sus víctimas, la población vive en un miedo constante, con un impacto en su calidad de vida.
Ostrosky-Solís recordó que en su Laboratorio llevan varios años investigando la parte de neurobiología de la violencia y han estudiado las emociones a través de aspectos neuropsicológicos y electrofisiológicos, mediante análisis de neuroimagen.
Dichos trabajos son precursores en México y forman parte de una tendencia mundial. Sin embargo, reconoció, hay poca información sobre qué sucede en el cerebro de estas personas, qué los mueve a dañar a sus familiares o a personas extrañas, y cómo estos impulsos pueden prevenirse o controlarse.
Explicó que la violencia es un factor que determina todas las actividades, desde los lugares frecuentados, el tiempo de permanencia en ellos, el tipo de seguridad buscado, cómo es la vestimenta, a qué hora se sale de casa e incluso dónde y cuándo se trabaja.
En sus exploraciones, la académica comentó que buscan contestar qué es lo que pasa dentro del cerebro de los multi homicidas y asesinos seriales, cómo se desarrollan estas personalidades, y si existen regiones específicas que causan esta alteración.
Además, añadió, determinar si hay algún centro del encéfalo que regule la conducta social, cómo interactúan las zonas anatómicas con el ambiente en el crecimiento para permitir que emerja un razonamiento moral y cuáles son los mecanismos subyacentes a la toma de decisiones.
“La línea divisoria entre lo normal y lo patológico es tenue. El cerebro es la frágil morada del alma y esto señala que existe un fino límite entre la salud mental y la enfermedad”, indicó.
Es decir, agregó, todos experimentan tristeza y preocupación, pero cuando éstas son excesivas e inapropiadas a las circunstancias es cuando deriva en mórbido. Entonces, se distingue entre miedo y fobia; entre tristeza y depresión; entre alegría y manía, y entre agresión y brutalidad.
Especialista en la relación entre el cerebro y la conducta humana, Ostrosky-Solís aseveró que las emociones son importantes y juegan un papel fundamental en el comportamiento violento; muchos de esos individuos actúan motivados por fuertes sobreexcitaciones.
“Una aproximación en este Laboratorio es investigar estos fenómenos, y se advierte que desde el punto de vista biológico tienen un sustrato orgánico en el cerebro, que en muchos casos está bien localizado y estudiado”, apuntó la investigadora.
Feggy Ostrosky-Solís, autora del libro Mentes asesinas. La violencia en tu cerebro, expuso que en el ser humano existen múltiples tipos de emociones y, al igual que los colores primarios, van a producir un rango infinito de tonalidades, un conjunto de pulsiones básicas que cuando se mezclan producen sentimientos complejos.
Entre las primarias figuran, ejemplificó, la felicidad, tristeza, ira, asco y miedo. Es interesante conocer que los celos serían una mezcla de miedo e ira, y el amor –en un reduccionismo– podría ser una mixtura de confianza más alegría, y el desencanto una mezcla de sorpresa y tristeza.
El ser humano tiene una enorme capacidad de generarlas en este nivel y también otras complejas, determinadas por la culpa, vergüenza, orgullo, envidia y, sobre todo, emociones morales, concluyó
Fuente: Universidad Nacional Autónoma de México (Boletín UNAM-DGCS-773)
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