· Con la finalidad de que sean cada vez más precisas y que las enfermas reciban un tratamiento más adecuado, dijo Ana Elena Buenfil, del Instituto de Física
· En México, cada año fallecen alrededor de tres mil mujeres por este padecimiento, o sea, una cada tres horas; se trata del segundo tumor canceroso más frecuente en ellas, afirmó
· Con una terapia adecuada, el porcentaje de sobrevivencia puede ser hasta de 80 por ciento, si el tumor maligno se detecta en una etapa temprana, reveló
Integrantes del Instituto de Física de la UNAM (IF), así como estudiantes asociados, estudian in vivo la cantidad de radiación que reciben las pacientes con cáncer de mama, sometidas a un tratamiento de terapia externa con radiación, con la finalidad de que las dosis administradas sean cada vez más precisas y los enfermos tengan un tratamiento más adecuado.
“Se debe garantizar que la dosis de radiación recibida por el paciente sea la que el médico prescriba, porque si es menor el tumor no se erradica, pero si es mayor podría causarle daño a los órganos sanos cercanos al tumor”, aseguró Ana Elena Buenfil, integrante de esa entidad y profesora de la maestría en Física Médica.
Expuso que, cuando la terapia está bien planeada, los equipos debidamente calibrados y se sigue el protocolo establecido, se logra que los órganos y tejidos sanos, adyacentes a un tumor no reciban, durante el tratamiento, más radiación que la biológicamente resistida.
El cáncer de mama va en aumento en América Latina. Cada año son reportados 90 mil casos a consecuencia de un bajo acceso a servicios preventivos y curativos. Tan sólo en México, cada doce meses fallecen alrededor de tres mil mujeres por este mal, es decir, apuntó, una cada tres horas; es el segundo tumor canceroso más frecuente en ellas.
El Registro Histopatológico de Neoplasias Malignas reporta que el cáncer de mama afecta sobre todo a mujeres entre los 40 y 60 años, con una edad promedio de fallecimiento de 58 años, agregó.
Una vez que el facultativo realiza el diagnóstico y decide el tratamiento del enfermo, el físico médico apoya preparando los equipos para dar radiación, así como haciendo los cálculos para aplicarla de la manera más conveniente. "Siempre se busca que llegue en su máxima intensidad al tumor, y en la mínima a los tejidos sanos", aclaró.
Una manera de asegurar el registro de la dosis que reciben los órganos sanos y enfermos es mediante la dosimetría in vivo, o sea, la colocación de un medidor a la paciente durante el tratamiento. En este caso son dosímetros termoluminiscentes, pequeños cristales de fluoruro de litio, en forma de prisma rectangular, de tres milímetros por lado y un milímetro de grosor, que se pegan en la piel del paciente, sin causarle molestia, sostuvo.
Estos dispositivos emiten cierta cantidad de luz cuando son calentados, después de ser expuestos a la radiación. Dicha emisión indica la cantidad recibida de energía, proveniente de la radiación. "La luz se convierte en una señal eléctrica, y la correlación entre ésta y la dosis de radiación, permite hacer mediciones de dosis".
Se mide sobre la piel para no dañar al paciente; para obtener datos de otras zonas más profundas, con el fin de determinar lo que ahí ocurre, se hacen cálculos, precisó Ana Elena Buenfil.
Un tratamiento para cáncer de mama puede fraccionarse, por ejemplo, en 20 sesiones, en cada una de las cuales un enfermo recibe entre 1.8 y 2 unidades de dosis de radiación o Gray. Hacerlo así se basa en la idea de que el tumor tarda en recuperarse y el tejido sano lo hace más fácilmente. Se dejan descansar a las partes saludables para reponerse y que puedan resistir la siguiente fase, mientras que el tumor no puede restablecerse y se destruye, especificó.
Eso no significa que los órganos sanos no reciban cierta dosis, pero se procura que sea la menor posible. En ese trabajo, los físicos médicos apoyan a los galenos, sostuvo.
El porcentaje de sobrevivencia con una terapia de radiaciones, que puede también incluir quimioterapia y cirugía, llegaría hasta el 80 por ciento si el tumor maligno se detecta en etapa temprana. Sin embargo, manifestó, "mucha gente, sobre todo la que vive en el campo, llega con un estado avanzado del mal y así se imposibilita el restablecimiento".
Los integrantes del IF han unido sus esfuerzos a los de especialistas del Instituto Nacional de Cancerología (INC). "Cada proyecto se somete a un Comité Científico y de Ética; de ser aprobado, se habla con los pacientes, se les explica de qué trata y cuál sería su participación en éste, qué molestias les puede causar, y se les pregunta si ellos están de acuerdo en contribuir con el estudio”.
En este caso, la dosimetría termoluminiscente genera provecho para el enfermo actual, pero sobre todo, para los que vendrán. La investigación respectiva llevará un año. Se harán cálculos estadísticos para que sea concluyente, puntualizó.
Se ha establecido ese lapso debido a que las fracciones de los tratamientos son diarias, excepto sábados y domingos; de tal manera que, en cuatro o cinco semanas los pacientes ya recibieron sus 20 o 25 fracciones. "Se espera terminar las medidas en seis u ocho meses y luego trabajar con los datos", especificó.
Los resultados se aplicarán en Cancerología, donde todo se rige con normas éticas estrictas. "Toda esa información estará contenida en una tesis de Maestría en Ciencias (Física Médica), y en caso de que se publique, se contará con el consentimiento del INC", finalizó Ana Elena Buenfil.
Fuente: Universidad Nacional Autónoma de México (Boletín UNAM-DGCS-766)
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