· Afirmó Patricia Ostrosky, del Instituto de Investigaciones Biomédicas de la UNAM
· Los factores que pueden producir una neoplasia, precisó, son físicos, biológicos y químicos; un ser humano está expuesto a siete mil sustancias todos los días, resaltó
· Dictó la conferencia Cancerígenos en el ambiente, en el Curso-Taller Cáncer y contaminación ambiental, en donde también intervino Luisa Tan Molina
Hasta un 95 por ciento de los cánceres tiene que ver con los genes de susceptibilidad y el medio ambiente, mientras que el resto son hereditarios, por lo que la presencia de esta enfermedad está relacionada tanto con la edad como con el tiempo de exposición a factores desencadenantes, señaló Patricia Ostrosky, del Instituto de Investigaciones Biomédicas de la UNAM.
La especialista participó en el Curso-Taller Cáncer y contaminación ambiental, organizado por el Programa Universitario de Medio Ambiente de la Universidad Nacional, el Instituto Nacional de Cancerología y la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales, a través del Instituto Nacional de Ecología, cuyo coordinador es Álvaro Osornio.
Durante la conferencia Cancerígenos en el ambiente, explicó que existen periodos de latencia, que es el tiempo transcurrido desde que una persona se ha expuesto a circunstancias que podrían generarle una neoplasia hasta la manifestación de sus síntomas.
Según la investigadora, el 35 por ciento de los cánceres se relacionan con la dieta; 30 puntos porcentuales con tabaco; 10, infecciones; siete, comportamiento sexual; cuatro, exposición ocupacional; tres, alcohol; dos, contaminación; uno por ciento con medicamentos y productos industriales, y el resto a otras causas.
En el Auditorio Nabor Carrillo de la Coordinación de la Investigación Científica expuso que los expertos refieren que uno de cada tres individuos sufrirá cáncer, lo cual constituye una cifra elevada; por ello, sugirió hacer todo lo posible para prevenirlo. Además del daño a la salud, el costo emocional y económico es alto.
Los factores que pueden producir una neoplasia, precisó, son físicos, como la radiación solar; biológicos, por virus, bacterias o parásitos, y químicos; se calcula que un ser humano está expuesto a siete mil sustancias todos los días, aunque podrían incrementarse hasta las 70 mil dependiendo de la situación.
La especialista agregó que hay tres tipos de estudios para identificar cancerígenos: los epidemiológicos, de laboratorio (in vivo e in vitro) y los de epidemiología molecular.
Para los primeros, comentó, se requieren grandes conjuntos de individuos, analizarlos por mucho tiempo, y ello los vuelve costosos. Otra de sus grandes desventajas es que se necesita “un grupo control normal que tenga exactamente las mismas características del examinado”.
Sostuvo que en los estudios de laboratorio comparan dos especies diferentes, por ejemplo el ser humano y la rata. Pero sucede que se ha observado que hay compuestos que sí son carcinógenos para el primero y no para las segundas.
En los últimos años, prosiguió, han desarrollado una serie de pruebas en donde se puede trabajar con plantas e insectos, por ejemplo, en análisis de epidemiología molecular. Son bioensayos o biomarcadores que pueden determinar sujetos afectados por razones accidentales, naturales, laborales o médicas de forma más sencilla. Indican si hay daño cromosómico, señal de riesgo de cáncer.
Patricia Ostrosky afirmó que así como hay venenos, también hay sustancias que protegen, antimutagénicas, las cuales también se investigan y se encuentran en alimentos como la uva. Empero, si alguien tiene un gene carcinogénico no le sirve de mucho, pero en quienes tienen susceptibilidad, sí ayuda a tener una vida sana, sin excesos.
A su vez, Luisa Tan Molina, codirectora de Molina Center for Energy and the Environment, ofreció la conferencia Monitoreo ambiental en la Zona Metropolitana del Valle de México. En ella comentó que la distribución global de la población indica que el número de megaciudades, urbes de más de 10 millones de habitantes, está creciendo. Si bien en 1950 sólo había dos, Nueva York y Tokio, para 1995 la cifra subió a 14, y se calcula que en el 2015 serán 22.
Las de entre cinco y 10 millones de personas, especificó, en 1995 sumaban siete, y para 2015 se piensa que serán 40. Tan sólo en el 2000 había más de 300 urbes con un millón de habitantes. En la Zona Metropolitana de la Ciudad de México se prevé que para 2015 habrá 21.6 millones de residentes.
Entre los mayores impactos ambientales observados en ellas se encuentran el tráfico y la contaminación, la cual es fuente de partículas atmosféricas, óxido de nitrógeno y dióxido de carbono, entre otros. Como consecuencia de la urbanización local, regional y global se registra un aumento en el uso de energía, incluido el uso de vehículos.
Tan Molina habló asimismo de la Campaña Milagro (Megacity Iniciative: Local and Global Research Observations), de la que, concluyó, consiste en un proyecto de medición de contaminantes del aire dentro y fuera de la capital mexicana, con la participación de numeroso científicos nacionales y extranjeros provenientes de más de 30 instituciones de gran prestigio.
Tomado de: UNAM
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