domingo, 28 de octubre de 2007

LA RESPONSABILIDAD DEL MÉDICO ES BÁSICA PARA TRATAR HIPERTENSIÓN



*Señaló el presidente de la Asociación Nacional de Cardiólogos de México, Hugo Hernández, al participar en la XXI Semana del Médico

La hipertensión arterial es subestimada en cuanto a su diagnóstico y tratamiento, aseguró el cardiólogo Hugo Ricardo Hernández García al exponer el tema Enfermedad hipertensiva, dónde estamos y hacia dónde vamos, dentro de la tradicional Semana del Médico, que en su XXI edición lleva el nombre del Dr. Arturo Govea Arreguín.

La semana es organizada por la Facultad de Medicina de la Universidad de Colima.

El experto señaló que la hipertensión arterial es como una epidemia y se constituye como la primera causa de muerte en el mundo, resultado que se debe al poco interés de los profesionistas de la medicina que subvalúan esta enfermedad, pues “no checamos la presión y mucho menos contamos con una planeación para su diagnóstico y tratamiento”.

Habló también de que un porcentaje mayor del setenta por ciento de la población mexicana es hipertensa, y no es conducida a un tratamiento para su control, por lo que el diagnóstico para trabajar en estrategias que se apeguen al tratamiento es muy bajo y la mortalidad se incrementa significativamente.

La intención de esta ponencia, dijo Ricardo Hernández, quien también es presidente de la Asociación Nacional de Cardiólogos de México (ANCAM), no es propiamente explicar la evolución y consecuencias de esta enfermedad crónica, sino unificar criterios sobre “qué es lo que estamos haciendo y en dónde estamos, para cuando un paciente se encuentre conmigo o con ustedes, tenga la fortuna de que ambos hablemos el mismo idioma”.

Esta enfermedad es uno de los principales motivos de atención de consulta externa y urgencias de los servicios médicos generales y la cuarta causa de atención en el Instituto Mexicano del Seguro Social.

Por eso, el especialista aconsejó a los futuros médicos a depurar sus técnicas de diagnóstico, practicando y calificándose entre ellos mismos; “se llevarán sorpresas”. Añadió que se tiene que tomar en cuenta que los estudiantes deben prepararse para ser primero, un buen médico general y sólo después buscar una especialidad, y no a la inversa.

“Se cae en el error de ser excelentes especialistas en patologías complicadas pero se carece de los elementos básicos para algo tan elemental como la detección de la hipertensión arterial”.

Los objetivos iniciales de una planeación son, según el cardiólogo, que esta enfermedad debe ser controlada desde los inicios fundamentales en la detección y en la prevención cuando existen factores de riesgo cardiovascular, “si así fuera es mi obligación como médico remarcar que hoy se determina un factor de riesgo cardiovascular como un elemento muy importante que puede desencadenar en una enfermedad cardiaca en cinco años”.

Los factores que alertan son desde el perímetro abdominal por arriba de noventa centímetros en los hombres y de ochenta en la mujer, otro factor es la inactividad física y el fomento de hábitos como el tabaquismo, los cuales se presentan cada vez con mayor frecuencia a una edad más temprana.

Con estas sencillas observaciones llevadas a la práctica en una búsqueda de la prevención se puede regresar en lo posible el daño orgánico asintomático, lo que disminuirá los infartos o paros cardiacos y concretamente mejorará la calidad de vida y disminuirán la morbimortalidad y las complicaciones.

Añadió que el tratamiento de la hipertensión, independientemente del fármaco usado, lleva dos objetivos fundamentales: alcanzar el control en las cifras de la presión, midiendo la presión arterial, e involucrar al paciente, “pero sobre todo tenemos que involucrar al grupo médico”, para concientizar en el paciente de que el tratamiento será durante el resto de su vida.

De esa forma, señaló, se disminuiría el porcentaje de complicaciones y se alcanzarían las cifras de presión arterial por debajo de 140-90, y con especial atención a los pacientes diabéticos, o con otras complicaciones como enfermedad coronaria o renal, las cifras cambiarán y quedarían por debajo de 130 sobre 80. “Las metas en estos pacientes son más estrictas pues el riesgo de cardiopatía isquémica (angina de pecho, muerte súbita e infarto del miocardio) se incrementa en 2.5 por ciento más que en el que sólo le aqueja la presión alta.

Para concluir, Hernández García enfatizó en que la responsabilidad del médico es primordial a la hora de establecer un tratamiento, pero posiblemente la del estudiante podrá ser más trascendente al establecerse un cambio generacional, para que desde antes que un diagnóstico, exista una modificación en los hábitos alimenticios y evitar el desarrollo de esta mortal enfermedad.

Tomado de: Universidad de Colima

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