sábado, 20 de octubre de 2007

CUANDO VEAS A TU JOYERO, PREGÚNTALE POR KIMBERLEY



Conoce usted el proceso de Kimberley? Es la pregunta que Amnistía Internacional ha hecho a joyeros de toda España para comprobar qué saben sobre los diamantes que vienen de países en guerra. El desconocimiento es generalizado.

Silvia Torralba / Redacción de Canalsolidario.org (19/10/2007)
Antes de llegar a quien lo compra, en España un diamante ha pasado por una joyería del barrio, por los proveedores internacionales –normalmente holandeses- y por las personas que sacan los diamantes en bruto al mercado y quienes los extraen de la piedra.

Para entrar en la Unión Europea, los diamantes pasan varios controles en el Reino Unido, Bélgica o Alemania, donde aplican el llamado Proceso de Kimberley y comprueban que todo esté en regla y que las piedras preciosas no vienen de países en guerra. Sin embargo, aún así “no siempre se puede asegurar” que no se trata de diamantes "ensangrentados".

Quien hace esta afirmación es Amnistía Internacional, que junto a entidades como Global Witness tiene en marcha desde hace años una campaña internacional que advierte del peligro de comprar diamantes manchados de sangre y pide a los gobiernos que actúen.

Fruto de esta presión, Naciones Unidas puso en marcha en el año 2003 el Proceso de Kimberley, es decir, un sistema de certificación oficial internacional que obliga a los gobiernos a garantizar que las partidas de diamantes en bruto proceden de países libres de conflicto. Según este acuerdo, al que están adheridos el Estado español y otros 69 países, los Estados se comprometen a emitir un certificado que garantiza que los diamantes en bruto que se exportarán no han tenido ningún protagonismo en zonas en guerra ni violaciones de derechos humanos.

Para completar todo este proceso de control, la industria del diamante se comprometió de manera voluntaria a impulsar medidas de autorregulación que pasan por adoptar códigos de conducta y sistemas de garantías, así como a informar a sus empleados para que a su vez informen a los ciudadanos. El compromiso del sector de la joyería es también importante porque supone ir más allá del Proceso de Kimberley y dar garantías de que cualquier diamante –tallado o en bruto- no está ensangrentado.

Pero todos estos propósitos que figuran sobre el papel a la práctica no están funcionando como deberían. “A más de cuatro años de su puesta en marcha, el Proceso de Kimberley no ha sido capaz de acabar con el comercio de diamantes ensangrentados” y en países como España los joyeros “no saben, saben poco o no contestan” sobre su implicación en esta cuestión, afirma Amnistía Internacional.

¿Que debería saber tu joyero?

Desde hace meses, Amnistía Internacional y Global Witness preguntan a los joyeros de toda Europa su política para impedir el comercio de diamantes de zonas en conflicto. Entre febrero y septiembre de este año le tocó el turno a España, donde Amnistía ha sondeado a un centenar de profesionales del sector (en pdf) de diez Comunidades Autónomas.

¿La conclusión? “Sólo uno de cada cuatro joyeros entrevistados relaciona los ‘diamantes de sangre’ con la financiación de conflictos, sólo uno de cada cinco conoce el Proceso Kimberley y las implicaciones que conlleva y sólo uno de cada seis entrega siempre al comprador un certificado sobre la procedencia de los diamantes”, advierte la ONG, que señala que aunque las respuestas obtenidas responden a una parte pequeña del sector igualmente demuestran “que tanto los gobiernos como el sector del diamante deben reforzar los compromisos asumidos”.

Desde la Asociación Española de Joyeros, Plateros y Relojeros afirman que en España no se importan diamantes en bruto y que las piedras que se ponen a la venta cuentan con garantías. Pero aún así desde Amnistía Internacional piden a los joyeros que se impliquen un poco más, informen a los compradores, pidan a sus proveedores garantías por escrito sobre la procedencia de los diamantes y se sometan a auditorías e inspecciones gubernamentales.

Las muertes de los diamantes

Si ONG como Amnistía y Global Witness y organismos como la ONU hablan de la importancia de saber el origen de los diamantes es porque conseguir una piedra de este tipo ha supuesto y aún supone la muerte para muchas personas.

Sólo en Sierra Leona, entre 1991 y el año 2002 murieron 50.000 personas a causa de una guerra que tuvo al comercio de diamantes como protagonista principal. El grupo armado de oposición, el Frente Unido Revolucionario, controlaba muchas áreas productoras de diamantes del país e invertía el dinero que conseguía de su venta en comprar más armas y violar los derechos humanos.

Esto mismo ha ocurrido en otros países del continente africano. Como explica Amnistía Internacional, en Angola, la República Democrática del Congo, Liberia y Sierra Leona han muerto 3,7 millones de personas en conflictos armados que se mantenían en parte gracias a los beneficios de la venta de diamantes. Y a esto hay que añadir los millones de personas que a causa de esta violencia han tenido que abandonar sus casas y desplazarse.

Tomado de: Canalsolidario.org

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