· Un 92 por ciento proceden de naciones industrializadas, señaló Lourdes Rovalo, de la Dirección General de Bibliotecas de la UNAM
· Tiene un bajo número de publicaciones como resultado de la investigación científica; tres mil revistas cuentan con Número Internacional Normalizado de Publicaciones Seriadas o Periódicas
· Inauguró el Simposio Comunicación de la ciencia y calidad editorial
El 92 por ciento de las revistas científicas que se consumen en México procede de naciones industrializadas, afirmó Lourdes Rovalo de Robles, subdirectora de Planeación y Desarrollo de la Dirección General de Bibliotecas (DGB) de la UNAM.
Al inaugurar el Simposio Comunicación de la ciencia y calidad editorial, organizado por esta casa de estudios –a través de la DGB, y la Fundación Médica Sur–, señaló que el país tiene un bajo número de publicaciones como resultado de la investigación científica, pues poco más de tres mil de sus revistas cuentan con Número Internacional Normalizado de Publicaciones Seriadas o Periódicas.
Ese indicador se suma al resto de índices considerados por la UNESCO para determinar el desarrollo de una sociedad: cantidad de ingenieros, de recursos dedicados a la docencia, y cuántos proyectos tiene en progreso, añadió.
En este panorama resalta el rico sistema bibliotecario de la UNAM, conformado por 142 recintos con más 66 colecciones, cinco millones 900 libros y casi un millón de títulos diferentes, así como 53 mil publicaciones seriadas, que representan ocho millones de fascículos, refirió.
Para la Universidad Nacional, comentó, es importante apoyar la docencia y generación de conocimiento con la adquisición de materiales, tanto en formato impreso como electrónico; en ellos se incluyen las de difusión y extensión, y las bases de datos.
Del Simposio, informó que busca hacer más visibles los impresos científicos mexicanos y latinoamericanos. Particularmente, se habló de medicina, la rama de las ciencias aplicadas sobre la cual se edita más en el mundo, “y de la que se poseen muchas revistas en México, pues es necesario que se conozcan y difundan a escala nacional” y, sobre todo, que sean autosuficientes para poderse mantener y contribuir al crecimiento nacional.
A su vez, Nahum Méndez Sánchez, director del Departamento de Investigación Biomédica de la Fundación Clínica Médica Sur, recalcó que de 120 revistas mexicanas en salud que se editan, las mejores están incluidas en el índice del Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología y sólo representan el cinco por ciento: Annals of Hepatology, Archivos de Cardiología de México, Salud Pública de México, Salud Mental y Archives of Medical Research, entre otros.
El editor en jefe de Annals of Hepatology destacó que los principales factores que en México inciden en la problemática relacionada con la comunicación de la ciencia y la calidad editorial son la insuficiente inversión, la formación de recursos humanos, que la gente sepa redactar, y el idioma, pues a pesar de vivir en América Latina se debe pensar en inglés, que es la lengua científica.
Por su parte, Raúl Carrillo Esper, jefe de la Unidad de Terapia Intensiva del Hospital Médica Sur, destacó que los problemas son grandes, pero las áreas de oportunidad también. A pesar de situaciones adversas, los editores mexicanos han mantenido la presencia nacional e internacional médica.
En la conferencia Los problemas de la edición y difusión de la información en México, precisó que uno de ellos es el material, que generalmente es escaso por parte de los médicos clínicos, quienes esgrimen no ganar con publicar, no tener tiempo, no saber escribir, no entender de estadística, no ser investigadores, la falta de apoyo económico por parte de las instituciones, quienes no remuneran ni asignan tiempo.
Otra cuestión, dijo el también editor de la Revista Mexicana de Anestesiología en el auditorio del Instituto de Investigaciones en Materiales, es que son bimestrales o trimestrales pues no se puede hacerlas mensuales o semanales por cuestiones económicas; por ello los especialistas se desaniman y dejan de colaborar.
Además, aclaró, es difícil para los editores mantener un balance entre el número de artículos originales –que es de lo que más llegan a carecer– y monografías, casos clínicos y las cartas al editor, entre otros, lo cual las hace variadas.
Por otra parte, dijo, armar en México un fuerte cuerpo editorial es difícil. Llega a suceder que los revisores no analizan o tardan mucho en hacerlo, o llegan a ser heterogéneos: o rechazan todo, por lo que después nadie quiere mandar contribuciones, o al contrario, aceptan con facilidad y aparecen artículos de mala calidad.
Carrillo Esper habló también de que hay una desculturización científica: los investigadores desdeñan las revistas mexicanas, pues les interesan las internacionales al considerar que son más importantes. Aquí se debe divulgar en español y como el inglés es el idioma científico requeriría aparecer en esta lengua su contraparte, para lo cual se requieren traductores especializados.
En ese sentido, concluyó, se deben dignificar las ediciones locales, dándoles valor real y específico. Convendría solicitar a miembros del Sistema Nacional de Investigadores que publiquen parte de su trabajo en revistas mexicanas, apoyar y estimular a los especialistas clínicos, crear conciencia de la imperiosa necesidad del trabajo editorial. Con ello, “a mediano y largo plazos se podría mejorar la calidad de las mismas y, por tanto, darles más presencia”.
Tomado de: UNAM
Visita:
www.sabersinfin.com
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