- En el Jardín Botánico se logró la regeneración de plantas a partir de hojas y no de semillas o tallos, valiosa para el planeta
- Se rescataron las variedades mexicanas Cosmos atrosanguineus o planta del chocolate, la orquídea Bletia urbana y la cactácea Mammillaria san-angelensis
Integrantes del Laboratorio de Cultivo de Tejidos Vegetales (CTV) del Jardín Botánico (JB), del Instituto de Biología de la UNAM, generaron tres estudios únicos en el mundo, con los que se logró la regeneración de plantas (cícadas) a partir de hojas y no de semillas o tallos, condición valiosa para el planeta.
La labor del equipo de trabajo del investigador Víctor Manuel Chávez Ávila, logró recuperar en ese espacio las especies mexicanas Cosmos atrosanguineus o planta del chocolate, la orquídea Bletia urbana y la cactácea Mammillaria san-angelensis.
El investigador del Jardín Botánico de la UNAM, explicó que los objetivos del Laboratorio son el estudio, la conservación y el aprovechamiento de los recursos naturales del país, con énfasis en las especies en peligro de extinción. Hay distintos grados de riesgo, pero las que están en posibilidad de desaparecer son las que merecen mayor atención.
La Cosmos atrosanguineus o planta del chocolate es una herbácea perenne endémica de México, y crece en la Sierra Madre Oriental. Desde 1830 fue utilizada con fines ornamentales, sobre todo en Europa. Por muchos años fue extraída, en especial sus semillas, para exportarla a Inglaterra, Alemania, Francia y otros países, señaló.
El investigador del JB, Robert Bye Boettler, destacó que a principios del siglo XX comenzó a desaparecer e inclusive la última colecta registrada se realizó en 1902 en San Luis Potosí, pero siguió su fama y popularidad en la horticultura. Cuando se inició el estudio se encontró que “ya no existía en los sitios donde crecía naturalmente, pues no era cultivada, y el aprovechamiento terminó por extinguirla”.
Por ello, en una reunión con integrantes de los Reales Jardines Botánicos de Kew y del Programa Nacional de Conservación de Plantas Ornamentales de Inglaterra, se decidió iniciar un estudio más a fondo, porque se supo que ya no producía semillas, sino que era estéril, lo que representa “un cuello de botella” en términos de la evolución y el fitomejoramiento, expuso.
De esa manera, sostuvo, el JB inició un programa de propagación de cultivo de tejidos y se le regresó a uno de los lugares donde fue reportada hace un siglo, pero no sobrevivió, pues a lo largo de ese tiempo el medio donde vivía experimentó cambios fundamentales.
No obstante, Robert Bye informó que después de múltiples visitas de campo y pláticas en diversas entidades de la República, en especial en Hidalgo y en San Luis Potosí, el año pasado se localizó una población silvestre de la planta de chocolate cercana a los 30 ejemplares, que se busca proteger.
Además, dijo, en el JB se busca propagarla, incrementarla de forma masiva y reintroducirla. “Es importante pensar en una explotación más amplia, para fines hortícolas, medicinales y de principios aromáticos”.
Respecto a Bletia urbana, Víctor Manuel Chávez comentó que es una orquídea endémica del Pedregal, pero sus poblaciones son escasas porque han sufrido un saqueo intenso. Sus bulbos eran utilizados para el arte plumario, por lo que estaba en extinción. A través del cultivo de tejidos en este Laboratorio se ha logrado micropropagarla y reintroducirla a su hábitat.
En colaboración con Pilar Ortega, del Instituto de Geología, se le estudió para lograr la germinación de las semillas. En la naturaleza, Bletia urbana requiere la infección de un hongo, por lo que éste se aisló de la naturaleza y las simientes fueron inoculadas con él in vitro.
Las plántulas fueron reintroducidas y cinco años después florecieron, lo que significó un hecho casi excepcional en el mundo. Incluso, refirió, especialistas de las universidades de Chicago y de Florida aseguraron que era el segundo hecho similar que se registraba en el continente.
Chávez Ávila apuntó que en el caso de la Mammillaria san-angelensis, se trata de una cactácea sometida a un amplio saqueo; las poblaciones se habían reducido hasta casi desaparecer. En 1984, se estimaba que sólo quedaban 10 ejemplares. Se logró la germinación con un grupo de 10 o 20 semillas, se obtuvieron plántulas que se disectaron y a partir de ellas se lograron regenerar nuevos individuos.
En la actualidad, indicó el especialista, la Secretaría del Medio Ambiente y Recursos Naturales tiene en la lista de la Norma Oficial Mexicana –NOM-059-ECOL-2001–, aproximadamente mil especies vegetales que están en cierto grado de riesgo.
En el mundo, hay entre 30 y 100 millones de especies de organismos. De ellas, sólo se han clasificado dos millones, de los que entre 250 mil y 300 mil son del reino vegetal. A lo largo de la historia, el ser humano sólo ha utilizado 150 de manera extensiva e intensiva, y de éstas unas 20 son las que alimentan a la mayor población humana, aunque sólo cuatro –arroz, maíz, trigo y papa–, cubren los requerimientos energéticos del hombre, aclaró Víctor Manuel Chávez.
Todos los recursos vegetales, abundó, brindan grandes servicios materiales y ecológicos, como el oxígeno; son alimento y albergue de otros organismos. Si se extingue una especie vegetal se lleva consigo 20 o 30 más de plantas o animales. México es el cuarto país en el mundo en biodiversidad vegetal, después de Brasil, Colombia y China.
Otra causa de pérdida son los incendios, advirtió. Desde 1996 se registran entre 60 mil y 70 mil al año, lo que afecta unas 100 mil hectáreas; el 2007 se dañaron más de 200 mil, y por el crecimiento de la agricultura y la ganadería, se pierden 400 mil. Por la tala inmoderada, crecimiento de áreas rurales, agrícolas y ganaderas, se destruyen de 600 mil a 700 mil hectáreas al año.
En el equipo de Víctor Manuel Chávez colaboran académicos y estudiantes, como Bárbara Estrada, laboratorista, encargada de dos especies, Cosmos atrosanguineus y el agave “comiteco”. Esta última ya no se encuentra en forma silvestre, por lo que se busca rescatarla, propagarla, producirla de forma masiva y reintroducirla en la zona.
El agave comiteco, expresó, aún no tiene nombre científico, y se le llama así porque crece en Comitán, Chiapas. Es procesado de manera indiscriminada para producir bebidas y lo hacen antes de que llegue a la etapa adulta y deje descendencia
Otros colaboradores importantes son los estudiantes de licenciatura, maestría y doctorado. Una de ellos es Paulina Heredia, quien cultiva in vitro una cícada endémica de Veracruz que, de acuerdo con la Norma Oficial Mexicana, está amenazada. Es la especie de cícada mexicana más comercializada en el mundo, por lo que sus poblaciones tanto de semillas como de plantas adultas y jóvenes se ven severamente diezmadas.
Dalia Goldhaber y Guadalupe López Jiménez laboran con dos variedades de orquídeas en peligro de extinción, nativas del sur de México. Asimismo, Goldhaber estudia la obtención de metabolitos de interés de una planta que se extingue, aprovechada por los tarahumaras, y Rosa María Gómez colabora en el estudio de la palma camedor, pues en el hábitat está en riesgo por el consumo de las hojas, utilizadas para adornar los puestos de pescados y mariscos; se estima que cada año se consumen una cien mil toneladas.
Octavio González, estableció protocolos de regeneración de Turbinicarpus pseudopectinatus. Horacio Gómez estudia la orquídea Laelia gouldiana, extinta en la naturaleza. Vicente Chávez, oriundo de San Pedro Hueytentan, propagó una orquídea de su región. Isabel Papalotzi, de San Francisco Tetlanocan, analiza azúcares y propagación del maguey pulquero. Son varios más los estudiantes del Laboratorio de CTV y cada uno de ellos tiene la responsabilidad de generar una investigación sobre al menos una especie mexicana en peligro de extinción.
El cambio climático afecta a los recursos naturales, sobre todo a los organismos, pero también el crecimiento de la agricultura, la ganadería y el desarrollo urbano, lo que repercute en la alteración o destrucción del ambiente natural. Rescatar las plantas “permitirá salvar la vida de la humanidad”, aseveró Víctor Manuel Chávez.
El JB estudia, conserva y trata de generar tecnología que pueda servir para el aprovechamiento sostenible, y que con el tiempo el recurso no se agote y permita reducir las presiones que se ejercen sobre las poblaciones silvestres. Son los estudiantes del JB quienes tienen el privilegio y la gran responsabilidad de contribuir con acciones directas, basadas en sus estudios científicos, de salvar especies mexicanas, de las que depende la vida en el país, concluyó.
Créditos: Universidad Nacional Autónoma de México (www.unam.mx)
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