martes, 11 de marzo de 2008

CADA VEZ MÁS COMÚN, EL SÍNDROME DE AGOTAMIENTO EMOCIONAL


· La especialista Alejandra Apiquian dijo en la UNAM que el síndrome de Burnout es una enfermedad laboral que provoca detrimento en la salud física y mental

· Se caracteriza por ansiedad y angustia, cansancio, debilidad, fatiga, agotamiento, hipersensibilidad emocional y pérdida de concentración, alertó

· El mal evoluciona, por lo que es ideal atenderlo cuando aparecen los primeros síntomas, refirió

El síndrome de Burnout, también llamado de “aniquilamiento”, de “estar quemado”, de desmoralización, agotamiento emocional o profesional, es cada vez más común en la sociedad, señaló en la UNAM, la especialista Alejandra Apiquian Guitart.

Al participar en el Seminario Permanente de Salud en el Trabajo de la Facultad de Medicina de la Universidad Nacional, expuso que para la Organización Mundial de la Salud es una enfermedad laboral que provoca detrimento en la salud física y mental de los individuos.

Se caracteriza por ansiedad y angustia, cansancio, debilidad, fatiga, agotamiento, hipersensibilidad emocional, pérdida de concentración, depresión, falta de realización profesional y personal, baja autoestima y disminución del rendimiento laboral, afirmó la también docente de Psicología de la Universidad Anáhuac.

El padecimiento tiene varias dimensiones: agotamiento emocional, cansancio y fatiga física, o una combinación de ambos. “Es común encontrar gente que llega cansada los lunes o después de las vacaciones, pero eso se debe a un agotamiento emocional”, aclaró.

La despersonalización o deshumanización, en tanto, consiste en el desarrollo de actitudes negativas, de insensibilidad y de cinismo. Las personas están irritables, se distancian con los clientes, los pacientes o los compañeros de trabajo. También se presenta la evaluación en torno a la realización personal, es decir, la tendencia a considerar el propio trabajo de forma negativa. Hay sentimientos de fracaso y falta de expectativas, añadió.

Los investigadores han detectado este síndrome, principalmente en profesiones relacionadas con el servicio y el trato social, como son médicos, enfermeras, docentes, psicólogos, trabajadores sociales, vendedores, empleados bancarios, policías, cuidadores e incluso estudiantes universitarios de los últimos años de la carrera.

Aunque, reconoció en la conferencia Síndrome Burnout en las empresas, es cada vez más común en cualquier persona con trato directo hacia otros. Los síntomas psicosomáticos son: fatiga crónica, cansancio, dolores de cabeza, musculares, de cuello y espalda, insomnio, pérdida o aumento de peso, desórdenes gastrointestinales, malestares en el pecho, palpitaciones, hipertensión, crisis asmática, resfriados frecuentes y aparición de alergias.

Las señales emocionales son irritabilidad y ansiedad generalizada y focalizada en el trabajo. Los afectados se quejan de otras personas, están depresivos, con el sentimiento de “no quiero ir a trabajar”, frustración, aburrimiento, distanciamiento afectivo e impaciencia. Las conductuales se refieren a apatía, hostilidad, sarcasmo, pesimismo, ausentismo laboral, y abuso en el consumo de café, tabaco, alcohol o fármacos. Asimismo, el tono de voz suele elevarse, puntualizó.

El síndrome de Burnout evoluciona y es ideal atenderlo cuando se presentan los primeros síntomas. La primer señal de alarma es la dificultad para levantarse por la mañana, porque el afectado ya no quiere ir a trabajar. En forma moderada, detalló, hay insomnio y problemas de atención y concentración, así como una tendencia a la automedicación.

En su expresión grave comienzan las faltas y la aversión por las funciones del puesto, y en las extremas se inicia el aislamiento, incluso de la familia; hay crisis existenciales, depresión, problemas para hacer actividades cotidianas e, incluso, riesgos suicidas, indicó.

La psicóloga explicó que existen factores que intervienen para el desarrollo del síndrome. Uno de ellos es el horario de trabajo, y otro es la seguridad y estabilidad en el puesto. Otro elemento es la antigüedad, ya que después de ciertos años de desempeñar el mismo puesto “te quemas”.

De igual manera, agregó, influye el progreso excesivo o el fracaso. En empresas donde hay oportunidad de crecer existe más competencia; pero tampoco son ideales aquellas donde el progreso profesional es escaso.

Con relación a las variables sociodemográficas del síndrome, la especialista mencionó la edad, pues los más jóvenes son quienes cuestionan su vocación, o llegan a considerar que no vale la pena. Tiende a ser más frecuente entre mujeres, porque en ellas se acentúa el agotamiento emocional; también es más común entre los solteros o quienes no tienen una pareja estable.

Ante tal panorama, dijo, lo mejor es la prevención. Lo primero es dar información, porque la gente llega a creer que es normal estar cansado o no querer ir al trabajo, pero a la larga la situación puede generar conflictos. Asimismo, hay que vigilar las condiciones del ambiente laboral y fomentar el trabajo en equipo.

Cuando ya se generó el síndrome, se requiere intervención individual, consistente en estrategias cognitivo-conductuales, que permitan eliminar o mitigar las fuentes de estrés; terapia grupal, mediante el fomento de redes de apoyo social, donde los mismos compañeros ayuden a la persona a detectar y a vencer sus síntomas, y organizacional, cuando se eliminan o disminuyen los factores que generan estrés, finalizó.

Créditos: Universidad Nacional Autónoma de México (www.unam.mx)

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