· Consideró la investigadora del Instituto de Geología de la UNAM, María del Socorro Lozano García
· Se busca elaborar una perspectiva espacio-temporal de las fluctuaciones en los últimos dos mil años, durante el último ciclo glacial- interglacial, dijo
· Dictó la conferencia Evidencias de la Pequeña Edad de Hielo de la zona tropical de los Tuxtlas
Para entender los futuros escenarios del calentamiento global, es necesario analizar el cambio climático en épocas pasadas y sus oscilaciones, planteó la investigadora del Instituto de Geología (IG) de la UNAM, María del Socorro Lozano García.
Al dictar la conferencia Evidencias de la Pequeña Edad de Hielo de la zona tropical de los Tuxtlas, señaló que a partir de 1850 el Hemisferio Norte se ha visto afectado por variaciones de temperatura, por lo que los estudios se han abocado a reconstruirla en distintos periodos, mediante la utilización de diversos indicadores.
Con ello, se busca elaborar una perspectiva espacio-temporal de las fluctuaciones en los últimos dos mil años, durante el último ciclo glacial- interglacial, para comprender su estado actual, apuntó.
Empero, apenas se tiene un registro de los últimos 150 años, donde se advierte que la variabilidad existente hasta hoy se encuentra en un patrón natural. Los mecanismos de transformación son importantes para ayudar a predecir los fenómenos asociados al calentamiento actual, explicó.
Al referirse al análisis paleoecológico, en el que se especializa, Lozano García dijo que ha utilizado diferentes indicadores del gradiente, cuyas características son biológicas.
En este sentido, la arqueología da luz sobre algunos de los aspectos más interesantes por ejemplo, en los Tuxtlas; para los olmecas fue un importante centro cultural, al ocupar esta región desde el año 1500 a.C., hasta el máximo desarrollo entre el año 300 y el 750 d.C., especificó.
En referencia a la Pequeña Edad de Hielo en esa región, detalló que abarcó del año 1350 al 1850, con oscilaciones importantes, tanto en comunidades vegetales como en los lagos. Esta variación climática es el último evento frío más importante centrado en el noratlántico.
En esa época, refirió, se dio un aumento en la precipitación de invierno, con un descenso de dos grados, aproximadamente.
Esa caída de la temperatura superficial en el Caribe por el flujo meridional intenso durante esa edad, favoreció el incremento de los “nortes” y aumentó la lluvia de invierno, así como la disponibilidad de humedad en los Tuxtlas, puntualizó.
Ello ha llevado a que en México, indicó, la mayor parte de las lluvias caigan en el verano, asociadas al flujo de los vientos alisios del este, que acarrean humedad en esta época del año.
De igual forma, las tormentas tropicales y los ciclones, que ocurren a principios del otoño, aportan gran cantidad de lluvia. Así, para la región de los Tuxtlas cerca del 90 por ciento de la precipitación se presenta en verano y el resto cae en invierno, asociada a otra de las características climáticas, como los “nortes”, que ocurren en esa temporada.
En este sentido, concluyó que la precipitación es estacional, ya que en los Tuxtlas va de mil 500 a cuatro mil milímetros dependiendo de la zona, pues la topografía constituye un papel fundamental en ese fenómeno.
Créditos: Universidad Nacional Autónoma de México (www.unam.mx)
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