- Consuelo Hernández, de la Facultad de Psicología de la UNAM, dijo que es acompañante de enfermedades cardiacas y respiratorias, entre otros
- Está presente en el 90 por ciento de los padecimientos mentales y emocionales, sentenció
- Sus principales causas en México son por problemas económicos, emocionales, familiares o de pareja, además de la búsqueda de mejores condiciones de vida, reveló
El 43 por ciento de los adultos sufren efectos adversos en la salud ocasionados por el estrés que, en múltiples ocasiones, es acompañante de enfermedades cardiacas y respiratorias, así como de problemas gástricos, cirrosis y cáncer, entre otros, destacó la investigadora de la Facultad de Psicología (FP) de la UNAM, Consuelo Hernández Troncoso.
Es un factor de riesgo y un síntoma presente en el 90 por ciento de los padecimientos mentales y emocionales, alertó, además de ser un factor asociado a los infartos al miocardio, primera causa de muerte en México.
Además, del 75 al 90 por ciento de las visitas al médico obedecen a dolencias relacionadas, aunque se ha dicho que no hay evidencias de una vinculación cáncer-estrés; se sabe que la tensión es un compañero de distintos males, apuntó.
Entre las principales causas que provocan estrés en la población mexicana, sostuvo, se encuentran problemas económicos, emocionales, familiares o de pareja, además de los recorridos cotidianos de grandes distancias, la búsqueda de mejores condiciones de vida y el desempeño laboral insatisfactorio o ajeno a las capacidades, entre otros.
La Organización Mundial de la Salud estima que a nivel mundial sólo entre el 5 y 10 por ciento de los trabajadores en los países en desarrollo y entre el 20 y 50 por ciento de aquellos en países industrializados (con pocas excepciones) tienen acceso a servicios de salud ocupacional adecuados.
Según la Organización Internacional del Trabajo (OIT), aproximadamente el 75 por ciento de la fuerza laboral mundial (que incluye alrededor de dos mil 400 millones de personas) vive y labora en países en desarrollo.
Entre el 20 y 50 por ciento de los empleados en naciones desarrolladas pueden tener exposiciones riesgosas en el trabajo y esta tasa es mayor en los que están en crecimiento.
La mitad de los trabajadores en los países industrializados consideran su tarea como “mentalmente demandante”. Cada año, hay alrededor de 120 millones de lesiones como resultado de accidentes de trabajo, 200 mil fatalidades ocupacionales y entre 68 y 157 millones de casos de enfermedades en la fuerza laboral global.
Una salud ocupacional precaria y una capacidad reducida para desempeñarse pueden ocasionar pérdidas económicas de entre el 10 y hasta un 20 por ciento del Producto Interno Bruto de un país. Globalmente las muertes, enfermedades y padecimientos ocupacionales producen una pérdida estimada del cuatro por ciento del producto doméstico bruto, reconoce la OIT.
Identificado como ansiedad, presión o angustia como respuesta del individuo y el entorno, afirmó, desgasta, altera y modifica la capacidad inmune del cuerpo, lo que generará o que derivará en enfermedad.
Consuelo Hernández aclaró que esa circunstancia no siempre es negativa y puede mover al sujeto a la acción, dependiendo de los matices, porque es la interacción con el medio ambiente. Este síntoma se da durante el día, incluso en la noche, porque algunos de los pensamientos generan tensiones.
Se trata de una parte funcional, adaptativa y necesaria para la vida, una respuesta fisiológica que lleva a resolver los problemas o a tomar acciones, precisó.
Se divide en dos tipos, explicó, el distrés, una sobredemanda que hace que la persona se mantenga activa, y el eustrés, la exigencia adoptada desde un enfoque positivo que induce a enfrentar y a dar soluciones a distintas cuestiones, actitud que “puede ser motivadora”.
La especialista detalló que en la FP se cuenta con un equipo de retroalimentación biológica que permite hacer un análisis del impacto fisiológico que provoca en el individuo su entorno y ver el grado asociado a la percepción del sujeto.
Por otra parte, aseveró que los menores también padecen estrés, ya que el adulto tiene un efecto espejo para él. “Es una respuesta que va a presentar el niño muchas veces por imitación, por aprendizaje”.
La experta en temas conductuales expuso que incluso se llega a presentar en nonatos, pero la etapa donde más se manifiesta es en la adolescencia, etapa de cambios físicos y emocionales, para los cuales no se está preparado.
“Los niños y los jóvenes viven en constantes transformaciones, y si no se les prepara, el estrés puede generar problemas de adaptación o emocionales. Son más vulnerables dada la poca experiencia que llevan de aprendizaje y no pueden cambiar de escenarios que dependen del adulto”, comentó.
Más adelante, puntualizó que cuando los pequeños y los adolescentes están estresados presentan dolores de espalda, sudoración, náuseas, fatiga crónica, jaqueca, estreñimiento, diarrea, dolores estomacales, hipertensión arterial o alteraciones de la piel.
No obstante, con el trabajo de emociones afectivas que realizan con los pacientes, éstos mejoran sus respuestas fisiológicas, y de no tratarse clínicamente este mal se convierte en “una bomba de tiempo que puede generar daños a la salud a largo plazo, debilitar el proceso inmune y aumentar la susceptibilidad de las enfermedades infecciosas”, concluyó.
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