viernes, 14 de marzo de 2008

MAL APLICADA, LA CIENCIA PUEDE OCASIONAR DAÑOS A LA SALUD Y AL AMBIENTE


· La investigadora del Instituto de Ecología de la Universidad Nacional, Elena Álvarez Buylla, agregó que ello sucede cuando se sustenta con base en relaciones de poder

· Agregó lo anterior en el Encuentro UNAM-INES, que contó con la presencia de Harold Kroto, Premio Nobel de Química 1996

· También tomaron parte Marco Martínez, Víctor Toledo y David Krieger

Si bien la ciencia ha servido para conseguir grandes avances y mejoras en muchos aspectos de la calidad de vida de los humanos, también ha dado como resultado tecnologías que al aplicarse redundan en daños importantes a la salud y al ambiente, afirmó la investigadora del Instituto de Ecología de la Universidad Nacional, Elena Álvarez Buylla.

En el inicio del Encuentro UNAM–INES (International Network of Engineers and Scientists), efectuado en el auditorio de la Biblioteca Nacional, añadió que ello ha llevado a que su empleo no desemboque en el bienestar generalizado o en beneficios al entorno, sino a una mayor desigualdad, pues se sustenta con base en relaciones de poder y con fines de acumulación de capital de las grandes corporaciones.

INES es una agrupación de científicos, ingenieros y tecnólogos preocupados porque la ciencia tenga un impacto ambiental y social positivo, en términos de justicia, transparencia y equidad. Reúne a expertos de todo el mundo, algunos de ellos renombrados, como Harold Kroto, Premio Nobel de Química 1996, quien ofreció la conferencia Steps to World Citizenship.

Ahora, abundó la universitaria, integrantes de este organismo vienen a establecer enlaces y relaciones con científicos mexicanos, con los que se comparten “muchos de esos ideales, principios y objetivos en términos de lo que es nuestra labor”.

En México, la Unión de Científicos Comprometidos con la Sociedad (UCCS) agrupa a 400 miembros, también interesados en promover un discurso científico por la paz, además de plantear alternativas ante otras problemáticas actuales, como sustentabilidad y cambio climático. De igual manera, se desea difundir una mayor participación ciudadana en la generación y la validación de los conocimientos.

En esta mesa redonda también estuvieron la secretaria académica de la FC, Luisa Alba, y Jean Paul Lainé y Reiner Braun, miembros del INES.

Responsabilidad de los científicos

En la mesa redonda Un mundo sustentable, de justicia y sin guerra: la responsabilidad de los científicos, Marco Martínez, de la Facultad de Ciencias, afirmó que la transición energética que se avecina, señalada por el agotamiento de los hidrocarburos, puede generar un ambiente propicio a la utilización de armamento nuclear; si acaso las potencias armadas no logran desarrollar fuentes renovables de energía y negociar tratados para el arreglo pacífico de los conflictos.

Hay otras fuentes potenciales de luchas, como el agua, pero la disminución de los energéticos es especial, porque es el motor de las sociedades, consideró.

La conjunción de la lucha por los espacios económicos y la que se avecina por el acceso a energéticos fósiles, petróleo y carbón, se alimentan en un sinergismo negativo que pueden ser detonantes de conflictos entre todas las naciones, y si éstas son poseedoras de armas nucleares y de vehículos de transportación, el riesgo para la humanidad es inconmensurable, advirtió.

El cambio climático es una minucia, sostuvo. Somos testigos del acelerado desarrollo de armas de largo alcance en tierra y agua, por parte de naciones que disponen de cabezas nucleares, así como de las que desean tenerlas. La amenaza nuclear, a pesar del fin de la Guerra Fría, no ha perdido vigencia, dijo en el auditorio Carlos Graef de la Facultad de Ciencias (FC).

El investigador del campus Morelia, Víctor Toledo, expuso que todo lo ocurrido anteriormente pasa a segundo plano cuando se revisa el presente convulsivo. El siglo XX fue la época de la consolidación del mundo moderno, industrial, capitalista, racional, tecnocrático e individualista.

La población humana se incrementó más de cuatro veces entre el año 1900 y el 2000, hasta alcanzar más de seis mil millones de personas en la actualidad. Ello supone la llegada al planeta de 74 millones de nuevos seres cada año. A esta velocidad, el reloj demográfico es y será cada vez más una “bomba de tiempo”.

Tales datos palidecen frente a los de la economía mundial, que se incrementó en ese lapso 14 veces. Además el uso de energía creció 16 veces, la mayor requerida a lo largo de toda la historia de la especie. En tanto, el consumo de agua se elevó nueve veces y las emisiones industriales 40, abundó.

En una revista internacional, recientemente un grupo de investigadores comparó la situación de 93 países, entre 1975 y el 2003, y llegó a la conclusión de que el mundo se aleja cada vez más de la sustentabilidad. Sólo un país se acerca: Cuba, y como región, América Latina, refirió.

El dilema del siglo está entre el riesgo y la sustentabilidad, aclaró Toledo, es decir, entre seguir con la situación actual o crear las condiciones que detengan o modifiquen la tendencia que conduce al abismo o al “suicidio de especie”.

Ello será cada vez más obvio: se hace una ciencia con prudencia, con ética para la sustentabilidad, o se seguirá alimentando una “ciencia ciega”, al servicio del capital, indicó.

El director de la INES, David Krieger, puntualizó que todos somos potenciales víctimas de las armas y de las guerras nucleares; países y civilizaciones pueden ser destruidos, porque esos aparatos tienen el potencial de exterminar a la humanidad.

Esa, expuso, es una de las razones por las cuales deben desparecer tales artefactos; además, porque se destinan muchos recursos en su creación, cuando podrían orientarse a causas productivas y constructivas, como la salud o la educación.

Por ello, concluyó el científico estadounidense, no sólo se necesita frenar la construcción de nuevas armas, sino no invertir más en su mejoramiento. “No se puede seguir viviendo en un mundo de víctimas y victimarios”.

Créditos: Universidad Nacional Autónoma de México (www.unam.mx)

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