martes, 1 de enero de 2008

LOS CULTIVOS ILÍCITOS SE HAN CONVERTIDO EN ESTRATEGIA DE SUPERVIVENCIA PARA CAMPESINOS


  • Afirmó Simón David Ávila Pacheco, de la Facultad de Estudios Superiores Aragón de la UNAM
  • Mas de tres millones de campesinos en México no sobreviven con la cosecha de sus tierras, dijo
  • En este año se cultivaron entre siete y ocho mil hectáreas de enervantes en todo el país; aunque otras estimaciones consideran que pueden ser hasta 30 mil, informó

Mas de tres millones de campesinos en México no sobreviven con la cosecha de sus tierras, por lo que gran cantidad de ellos ha abandonado los cultivos de productos básicos y han recurrido a la siembra de amapola y marihuana, actividad que se ha convertido en su estrategia de supervivencia, aseguró Simón David Ávila Pacheco, de la Facultad de Estudios Superiores (FES) Aragón de la UNAM.

Con 30 años de laborar en el sector agropecuario, el académico universitario explicó que la participación de los trabajadores rurales en el cultivo de plantas ilícitas no es una forma de acumular riqueza.

Se ha demostrado, apuntó, que por sí solos no serían capaces de irrumpir en esos escenarios, pues no cuentan con el financiamiento ni con los contactos requeridos. Además, no está en su concepción mental, es gente que produce y genera un ingreso inmediato.

Empero, dijo, la siembra de amapola y marihuana no es como en los casos tradicionales en donde deben esperarse tres o cuatro meses para obtener ingresos, pues de inmediato hay retribución económica.

Cifras oficiales revelan que en este año se cultivaron entre siete y ocho mil hectáreas en todo el país, aunque otras estimaciones consideran que pueden ser hasta 30 mil. Eso depende de la situación del mercado, agregó.

Si bien para los grupos de combate al narcotráfico es difícil acabar con este tipo de superficies, Ávila Pacheco consideró que resolver esta situación implica una cuestión de fondo, que abarca a los tres millones de campesinos de “infrasubsistencia”, y requiere impulsar inversiones en el sector y acciones alternativas de desarrollo para su desarrollo.

Hay posibilidades alternas si se recurre a otras opciones, como el impulso de métodos hidropónicos y exóticos, la creación de invernaderos o la implementación de productos orgánicos para estar en condiciones de irrumpir en el mercado de Estados Unidos con artículos tradicionales típicos que consumen los mexicanos en aquella nación, sugirió.

Expuso que Sinaloa, Chihuahua, Sonora, Durango, Michoacán, Guerrero y Oaxaca son las principales entidades productoras de amapola y marihuana. Por lo general son áreas boscosas, territorios no comunicados, que no tienen condiciones adecuadas para vivir, no son planicies o regiones de caña, tabaco, café, sino zonas deterioradas y presentaron altos niveles de expulsión de fuerza de trabajo. Por ello, los enervantes son la única alternativa para subsistir.

Años atrás, la mayoría de esas zonas eran relevantes como la de Apatzingán-Aguililla en la Tierra Caliente de Michoacán, antes gran productora de algodón, melón y pepino para exportación, cultivos que ahora han sido desplazados. Pero no es una cuestión nueva, pues al menos desde hace 30 años ya se veía una presencia de ciertos grupos en esa condición, refirió.

En comparación con otras actividades del sector, comentó, los ingresos percibidos por quienes se dedican a la siembra ilegal son mayores; por ejemplo, un jornalero dedicado al corte de caña de azúcar por una jornada no gana más de dos salarios mínimos, y requiere un grado de especialización y riesgo. En cambio, en los otros cultivos obtienen entre 150 y 300 pesos al día.

Se estima que una hectárea de adormidera o amapola produce alrededor de 11 kilogramos de goma de opio, equivalente a un kilogramo de heroína, lo que significa, de acuerdo con analistas, agrónomos y fitotecnistas cerca de tres millones 550 mil pesos, expuso.

En el caso de la marihuana el beneficio es menor, pues por cada hectárea se produce alrededor de tonelada y media, y una ganancia de un millón 700 mil pesos, añadió.

Por otro lado, lo relevante es la fuerza de trabajo empleada, pues su cultivo es intensivo, y por lo general requieren a niños y mujeres. Los hombres no participan mucho en este proceso porque en las áreas donde hay un desplazamiento de sembradíos tradicionales también hay una fuerte migración masculina, aclaró.

Además, apuntó, en algunas regiones esta actividad se ha convertido en una detonadora de desarrollo. Las que antes eran chozas ahora son casas de material con antenas parabólicas, productos eléctricos y vehículos; es decir, se ve otro medio de vida en términos de bienestar, aunque no es una garantía de vivir mejor como unidad familiar, pues hay disgregación.

Afirmó que desde septiembre del año pasado ya no ha habido acciones de erradicación de cultivos. Lo hecho hasta hoy es atacar las concentraciones urbanas o de distribución, pero se han permanecido intactos los centros de producción, concluyó.

Fuente: Universidad Nacional Autónoma de México (Boletín UNAM-DGCS-777)

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