· Indicó Patricia Ramírez Kuri, del Instituto de Investigaciones Sociales de la UNAM
· Lograr equilibrios, que tienen que ver con identidades, intereses, culturas y diferencias entre distintos grupos que construyen la vida urbana, dijo
· Una política en ese sentido podría contemplar mejores formas de comunicación para los proyectos de ciudad en términos de intervenciones, sugirió
Una adecuada política del espacio urbano debe contemplar la relación entre lo público y privado, en términos de cómo lograr equilibrios entre estas dos dimensiones de la vida social vinculadas a las identidades, intereses, culturas y divergencias entre distintos grupos constituyentes de la vida citadina, afirmó Patricia Ramírez Kuri, del Instituto de Investigaciones Sociales (IIS) de la UNAM.
El reconstruir la ciudad a partir de lugares comunitarios requiere pensar colectivamente cómo lograr mayor equidad, establecer una cultura cívica en términos de respeto a las diferencias y, al mismo tiempo, de mejoramiento de la calidad de puntos que estimulen el establecimiento de vínculos sociales, agregó.
Ante ello, es preciso abrir el debate –de manera amplia y con la participación de los distintos actores involucrados– en torno a la regulación en el Distrito Federal del espacio público como lugar de protesta, denuncia y expresión de demandas a favor de reivindicaciones políticas, sociales y culturales, sin vulnerar los derechos al uso de la ciudad para otras formas de sociabilidad, señaló.
Se trata de las garantías de unos y otros; por eso, este concepto se convierte en una arena de conflicto cuando estos intereses, tan distintos, se confrontan. Ahí, el papel de las instituciones es central y éstas también pueden apropiarse del tema y entrar en la discusión de su posible ordenación, indicó Ramírez Kuri.
En todo caso es necesario, dijo, ampliar los argumentos sobre los porqué, cómo y quiénes intervienen. Se puede plantear que lo colectivo urbano es central en la reconstrucción de la ciudad, pero también la manera como la sociedad y las instituciones lo conciben, lo que influye en la calidad de las relaciones, apropiaciones y acciones definitorias de su contenido.
En teoría, lo público se concibe como el espacio de todos, donde converge la diferencia, donde unos y otros aprenden a vivir juntos y a compartir valores tales como el respeto, la solidaridad y la tolerancia. Por ello, refirió la investigadora universitaria, se plantea como la esencia del pluralismo, donde se expresa la diversidad cultural a través de la vida en común.
Ciudades como el Distrito Federal exhiben fenómenos discrepantes de sociabilidad y conflicto, de modernización y masificación, de mercantilización e informalidad, de innovación, segregación, desigualdad, inseguridad, violencia y temor, sostuvo.
Las grandes urbes condensan, como ningún otro lugar, las tensiones derivadas de estas tendencias que revelan un concepto que adquiere significados múltiples en contextos urbanos específicos, donde se expresan formas diferenciadas y desiguales de ciudadanía, así como obstáculos y desafíos para su construcción, adujo.
Este es el caso de ciudades como la de México, donde el espacio público exhibe la diferencia pero sobre todo la desigualdad social a través de un amplio repertorio de imágenes y realidades urbanas de modernización, abundancia y desarrollo, como de atraso, pobreza y segregación, concluyó.
Fuente: Universidad Nacional Autónoma de México (Boletín UNAM-DGCS-004)
No hay comentarios:
Publicar un comentario