· Aída Valero, profesora de la Escuela Nacional de Trabajo Social de la UNAM, señaló que en México hay un promedio de ocho mil casos detectados con este mal.
· Se expresa en prohibiciones, condicionamientos, actitud devaluatoria, insultos, gestos agresivos, negligencia o abandono definitivo del enfermo, dijo.
· Participó en el Coloquio Internacional sobre Violencia Social, inaugurado por Carlos Arteaga, director de la ENTS.
La violencia psicológica que ejerce el cuidador primario hacia el paciente con Enfermedad de Huntington (EH), también conocida como “mal de San Vito”, está determinada por la sobrecarga de atenciones y problemas económicos en el núcleo familiar, afirmó Aída Valero, profesora de la Escuela Nacional de Trabajo Social (ENTS) de la UNAM.
Al participar en el Coloquio Internacional sobre Violencia Social –inaugurado por Carlos Arteaga, director de esa entidad universitaria–, señaló que ese comportamiento se expresa en prohibiciones, condicionamientos, limitaciones, actitud devaluatoria, insultos, gestos agresivos, negligencia o abandono definitivo del enfermo.
En México, hay un promedio de ocho mil casos detectados, sin embargo, no hay un registro preciso. Se sabe que este padecimiento es hereditario en gran porcentaje, de manera que en una familia pueden encontrarse hasta tres manifestaciones en distintas generaciones, explicó.
Al dictar la ponencia La violencia de la familia hacia los enfermos Neuro-psiquiátricos, la especialista habló sobre algunos de los avances de la investigación Aproximación al conocimiento de la violencia psicológica del cuidador primario hacia el paciente con Enfermedad de Huntington, realizada en el Laboratorio de Investigación Sociomédica del Instituto Nacional de Neurología y Neurocirugía Doctor Manuel Velasco Suárez.
De acuerdo con la Organización Mundial de la Salud, la violencia es el uso deliberado de la fuerza física o del poder, ya sea en grado de amenaza o efectivo contra uno mismo, otra persona, un grupo o comunidad que cause o tenga probabilidades de provocar lesiones, muerte, daño psicológico, trastorno del desarrollo o privaciones, refirió en el Auditorio 2 de la ENTS.
Para este trabajo, puntualizó, se eligieron 41 mujeres de entre 109 pacientes de ingresos económicos limitados con EH, quienes por el avance del padecimiento son totalmente dependientes de un cuidador, que no siempre está en la mejor disposición de atender las necesidades vitales de las enfermas.
Una persona con este mal, indicó, tiene complicaciones físicas y psicológicas, que hace necesaria la presencia de un responsable. Esto origina una sobrecarga en cuanto a las actividades que se debe tener con los afectados.
El cuidador primario, dijo, generalmente es un pariente que tiene a su cargo las tareas de alimentación, aseo, suministro del tratamiento y el aspecto emocional.
El trastorno generalmente se desarrolla en la tercera y cuarta etapa de la vida, cuando los individuos por lo regular son cabeza del hogar. Ello ocasiona una modificación completa del seno familiar y, al mismo tiempo, genera violencia, actos de intolerancia, frustración, inclinación a controlar y ejercer poder.
Por tanto, sostuvo, sí existe violencia hacia las mujeres con EH y escasos recursos. Entre las principales actitudes, se encuentran conductas devaluatorias, abandono por parte del esposo y los hijos, gestos agresivos cuando se les dan los alimentos o se les cambia la ropa; así como falta de aseo, reclamos, negligencia o aislamiento.
En el caso del cuidador primario, se encontró que presenta ansiedad, depresión, insomnio, aislamiento, pérdida de autocuidados, dolores corporales, acidez, mareos, culpabilización, hipocondría, fatiga crónica e irritación, entre otros, subrayó.
De este modo, se corrobora que la sobrecarga, aunada a los problemas económicos, la mala relación familiar, el deterioro y dependencia física del enfermo, puede generarle violencia, concluyó.
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