lunes, 12 de mayo de 2008

SE INCREMENTAN EN EL PAÍS LAS LENGUAS INDÍGENAS


· Informaron académicos de la UNAM, quienes además revelaron que esta población crece a una tasa casi dos veces más que la nacional

· En el territorio, se ha descubierto el q`eqchi, el ki`che, el cakchiquel, el ixil y el mochós, reveló el coordinador de investigación del PUMC, Carlos Zolla

· De acuerdo con el CONAPO, los indígenas se duplicarán en dos décadas, mientras el resto de los mexicanos lo hará en cinco, informó la integrante del IIJ, Luz María Valdés

A pesar de que en el mundo hay una tendencia a la desaparición de las lenguas indígenas, en los últimos años los censos de población han detectado cinco “nuevas” en el país, además de que este sector crece a una tasa casi dos veces más que la nacional, señalaron académicos de la UNAM.

El coordinador de Investigación del Programa Universitario México Nación Multicultural (PUMC), Carlos Zolla Luque, aseguró que en el orbe constantemente se registra la pérdida de uno o varios idiomas en Europa, África o América, mientras en el territorio se ha descubierto el q`eqchi, el ki`che, el cakchiquel, el ixil y el mochós.

Ello se debe, agregó, a los inmigrantes que llegan de Guatemala y se establecen en las fronteras. Además, son grupos que ya aparecen en los registros del Instituto Nacional de Estadística, Geografía e Informática (INEGI) y que en ocasiones superan a los hablantes de otras zonas como los cochimies, los paipas y los kiliwa, en el norte de la República.

La integrante del Instituto de Investigaciones Jurídicas (IIJ), Luz María Valdés González, subrayó que la población indígena es un segmento que avanza demográficamente dos veces más que la nacional.

De acuerdo con el Consejo Nacional de Población (CONAPO), la tasa de crecimiento demográfico en el país es de entre 1.2 y 1.3 por ciento anual, en tanto que las comunidades autóctonas lo hacen a razón de 3.8 al año. De continuar con esas tendencias, la población se duplicará en dos décadas, mientras que el resto de los mexicanos lo hará en cuatro o cinco.

El Censo de Población y Vivienda del 2000 reveló que mientras en el país la tasa global de fecundidad era de 2.86, en pueblos como el tzotzil era de 5.29; el otomí, 4.94; el huasteco, 4.50; el chol, 4.34; el tzeltal, 4.29, y el totonaca, 4.23. Además, si bien el promedio de hijos nacidos vivos en la República era de 2.59, entre los otomíes llegaba a 3.29; los náhuatl, 3.18; los mixtecos, 3.12, y los tzeltales, 3.11.

De acuerdo con estos registros, mientras en 1970 apenas se tenían registradas 31 lenguas originarias en el país, para 1980 la cifra se incrementó a 40, dio un salto espectacular en 1990 para llegar a 92, disminuir a 81 en 1995 y subir a 85 en el 2000.

Según los censos del INEGI, informó Zolla, en México el 81 por ciento de los indígenas son bilingües, generalmente de una lengua autóctona y el español; el resto son monolingües, fundamentalmente poblaciones aisladas y, sobre todo, pobres.

Las mujeres son las grandes transmisoras y conservadoras de las lenguas, pese a ser los más marginados.

Sin embargo, la dinámica demográfica y en particular fenómenos como la migración, han generado situaciones de trilingüísmo, es decir, una composición de español, el inglés y una lengua indígena, o en estas dos últimas, por la forma como viven las nuevas generaciones más allá de las fronteras, puntualizó.

El académico de la UNAM y asesor en la Comisión Nacional para el Desarrollo de los Pueblos Indígenas destacó que, por lo general, las lenguas están amenazadas cuando el uso ha perdido funcionalidad. Si no se concreta en la vida cotidiana o en el intercambio de mensajes, tenderá a deteriorarse.

Por ello, afirmó, “no es casual el interés de los indígenas por las tecnologías de la información y la comunicación, sobre todo entre los más jóvenes, pues si logran que las lenguas tengan un espacio en la radio, la televisión o en Internet, ello contribuirá a la preservación y el desarrollo”.

En México, aún se discute el número de idiomas que hay en el territorio. Pero acciones como la reforma constitucional de 2001, que valora los idiomas nativos; la aprobación de la Ley de Derechos Lingüísticos, y la creación del Instituto Nacional de las Lenguas Indígenas (INALI), son ingredientes tanto para la discusión sobre estas construcciones lingüísticas como para las políticas de conservación.

De acuerdo con el antropólogo Leonardo Manrique, en el país se estima que hay 21 lenguas amenazadas, debido a factores como el número de hablantes, la dificultad de los mecanismos de preservación y la migración.

Sin embargo, Soren Wichmann, de la Leiden University & Max Planck Institute for Evolutionary Anthropology, reveló en un estudio que la situación de las lenguas indígenas de México es mejor que la de muchas partes de América, un buen número de las cuales desaparecerán en pocas décadas, sobre todo las que tienen menos de 500 hablantes.

Hay esfuerzos importantes por mantenerlas, y especialmente son evidentes los de intelectuales, docentes, poetas y narradores para producir; muchos de ellos son lingüistas, realizan trabajos teóricos y de investigaciones de caso, con producción literaria, apuntó Zolla.

Sin embargo, se requieren políticas más vigorosas, que tengan funcionalidad en aspectos jurídicos, económicos, educativos y de difusión de valores culturales. Si no encuentran esos nichos de expresión las lenguas indígenas de México o las de cualquier parte del mundo tenderán a desvanecerse, advirtió.

Uno de los casos más emblemáticos es el kiliwa. Si se analiza el territorio de Baja California y sus grupos originarios, como los paipai, los kumiai, los cochimi, los cucupás y los kiliwa, y se suman, según el censo del INEGI del 2000, no llegan a mil.

Conservar una lengua, dijo Zolla, es preservar no sólo una herramienta de comunicación, sino también un patrimonio cultural, un elemento de solidaridad y de lealtades, un instrumento que sirve de igual manera en niveles psicosociales, y como depósitos de información. “Si en náhuatl se dice cochitzápotl, no sólo significa zapote blanco, como se le conoce normalmente en español, sino que en la lengua original quiere decir zapote fruto dulce del sueño o que induce al sueño”.

Por su parte, Luz María Valdés comentó que en la actualidad siguen aumentando los hablantes de las lenguas indígenas, sobre todo por factores como la reproducción de sus propios integrantes.

No obstante, acotó, también se registra la pérdida o disminución en lugares donde los padres lo desmeritan para brindar a los hijos la oportunidad de que ingresen a otros trabajos y niveles. A los jóvenes los mandan estudiar y quizá tengan mejor preparación pero perderán su lengua madre, mientras que la rescatan quienes reciben educación indígena.

La jurista universitaria, especialista en Sociología del Derecho, refirió que de acuerdo a los censos de población, entre 1970 y el 2000, los hablantes de náhuatl se duplicaron al pasar de 799 mil a un millón 450 mil, mientras que el maya también creció en la misma proporción.

Sin embargo, anotó, estos registros también han consignado datos dudosos ya que, por ejemplo, mientras en 1970 el huichol reportó seis mil hablantes, una década después registró 51 mil, demográficamente imposible. Para 1990 hubo un nuevo salto a la baja, hasta 19 mil, y después a la alza.

Estas cifras, argumentó la experta en censos en materia indígena, muestran la deficiente captación de este tipo de levantamientos, los indicadores son débiles; por ello, es indispensable hacer ejercicios exclusivos.

Según cifras del CONAPO y de los conteos del INEGI, México alberga la población indígena más grande del continente, y como en las últimas décadas ha habido una emergencia indígena, el tema ha conquistado un lugar en las agendas políticas, institucionales y culturales del país, recalcó Carlos Zolla.

El coordinador de Investigación PUMC, insistió en que si bien estos son avances, no pueden disimular el hecho de que se trate del segmento de población mexicana más pobre, vulnerable y discriminada.

Si bien es cierto que de acuerdo con el censo del 2000, el 65 por ciento de los indígenas sigue habitando en zonas rurales, el resto vive en las ciudades grandes, medianas y pequeñas o en áreas agroindustriales, sobre todo en el norte y sus periferias, y en los campos y ciudades de Estados Unidos y Canadá.

Pese a todos los problemas de lucha cotidiana por la supervivencia, los pueblos indígenas siguen caracterizándose como culturas importantes en el planeta, por sus lenguas, sus formas de organización social, sistemas rituales y modos de asociación para el trabajo, concluyó.

Créditos: Universidad Nacional Autónoma de México (www.unam.mx)

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