jueves, 1 de mayo de 2008

ANALIZAN HUNDIMIENTOS DEL VALLE DE CHALCO


· Investigadores del Centro de Geociencias de la UNAM, encabezados por Marcos Adrián Ortega, establecieron que esa zona es la que más se hunde en el país

  • A través de mediciones de las propiedades mecánicas e hidráulicas, se calibró ese proceso en el área y se pudieron hacer predicciones
  • El centro de la planicie de ese valle se seguirá sumiendo 40 centímetros al año, dos metros cada cinco años, advirtió

Mediante la instrumentación, medición periódica y aplicación de modelos numéricos de predicción, un grupo de investigación del Centro de Geociencias, campus Juriquilla de la UNAM, encabezado por el doctor Marcos Adrián Ortega Guerrero, logró establecer que el centro de la planicie del Valle de Chalco es la zona que se hunde más rápidamente en el país y, quizás, en todo el mundo.

“Gracias a estos trabajos de investigación que empezaron a finales de los años 80 y que fueron desarrollados en colaboración con los canadienses John A. Cherry y David L. Rudolph, de la Universidad de Waterloo, Ontario, y recientemente con la tesis doctoral de Dalia Ortiz Zamora, se realiza, por primera vez, en la cuenca de México una serie de mediciones de las propiedades mecánicas e hidráulicas que permitieron calibrar, con base en los datos de campo, los hundimientos en esa zona y hacer predicciones”, señaló Ortega Guerrero.

En 1986, cuando se iniciaron las mediciones en el centro de la planicie del Valle de Chalco, los hundimientos eran de cuatro metros y en 1992 de casi ocho. A partir de éste y otros datos se propusieron diferentes escenarios de la evolución de ese proceso. El primero planteó la hipótesis de que las condiciones de extracción de agua del acuífero no cambiarían.

“Si este escenario se cumplía –dijo el investigador–, habría entonces, en el año 2000, hundimientos de unos 10 metros; y en el 2015, de 16.”

Los trabajos reportaron posteriormente que hasta la fecha hay hundimientos de casi 13 metros en esa zona, por lo que dicho modelo de predicción se cumplió; es decir, no disminuyó el ritmo de extracción de agua del acuífero, que significa que se seguirá sumiendo 40 centímetros al año, dos metros cada cinco años.

Niveles de agua de pozos

A principios de los 80, para poder aplicar estos modelos, se pusieron en marcha diferentes investigaciones en la zona de Tláhuac, justamente en el límite sur-oriente de la cuenca de México, en una de las planicies lacustres donde se desarrolló el antiguo lago de Chalco. Ahí, se analizó con detalle el comportamiento de las arcillas ante la instalación de 14 pozos denominados Sistema Mixquic-Santa Catarina y el posterior bombeo de agua.

“Se encontró que, a diferencia de lo que sucedía en otras partes de la cuenca de México, en esa área, en particular, a un lado del volcán Xico, prácticamente sobre la línea donde se localizan los pozos perforados, el espesor de las arcillas era de hasta 300 metros”, comentó el especialista.

Además, dijo, se realizó un análisis para verificar cómo evolucionó la extracción de agua en la zona de Mixquic-Santa Catarina-Chalco-Iztapaluca, desde principios de los años 50 (cuando era de casi dos metros cúbicos por segundo), hasta finales del siglo XX (cuando era de ocho metros por segundo).

“Ahora, en toda esa porción de la subcuenca de Chalco, tanto en la parte confinada como en la no confinada del acuífero, la extracción de agua debe ser de entre nueve o diez metros cúbicos por segundo”, puntualizó.

Se estudió, asimismo, la evolución de los niveles hídricos de los pozos, a partir de una posición original de 17 metros de profundidad, con descensos anuales a la fecha de 1.5 metros por año. Hoy, aquéllos se ubican a más de 50 metros, indicó.

“Esos niveles han bajado considerablemente debido a la descontrolada extracción de agua que se lleva a cabo en la zona. De hecho, en Iztapaluca y otros lugares cercanos se han reportado serios problemas de escasez del vital líquido, hundimientos y agrietamientos del terreno”, afirmó Ortega Guerrero.

Evolución histórica

Entre 1984 y 1989, se formaron pequeñas lagunas en el centro de la planicie del Valle de Chalco, que luego, en 1991, se convirtieron en un lago (conocido como nuevo lago de Chalco) de casi cuatro kilómetros cuadrados de superficie. Según la Comisión de Aguas del Valle de México, la zona se había sumido dos metros en cinco años. Este dato fue importante porque, desde finales del siglo XIX hasta 1995, los hundimientos de la capital habían sido de unos ocho metros.

“Los hundimientos en el centro de la planicie del Valle de Chalco –expresó el investigador–, son ahora de hasta 13 metros. Así, han modificado sustancialmente el sistema de drenaje natural y de canales en la planicie lacustre, que operaba desde principios del siglo XX, y, por lo tanto, ocasionaron la acu­mulación del agua superficial.

“Esto ha creado la necesidad del bombeo escalonado a lo largo del Canal General, para drenar el agua hacia la planicie de Texcoco. Los ríos de La Compañía y de Amecameca, entre otros, han tenido que ser elevados al mismo ritmo de los hundimientos y constantemente se refuerzan para evitar su ruptura o inundaciones locales, como la que ocurrió en el canal de La Compañía en junio de 2000”, recordó.

Datos recientes obtenidos por Ortiz Zamora, muestran la evolución histórica del nuevo lago de Chalco, ubicado entre dos importantes asentamientos humanos: Tláhuac, Distrito Federal, y el Valle de Chalco, Estado de México. En concordancia con las tendencias obser­vadas, se calcula que en 2015 tendrá un hundimiento de hasta 16 metros y entre mil 200 y mil 500 hectáreas de superficie, incluyendo el suelo agrícola, que podría afectar cerca de 25 hectáreas de la zona urbana de Tláhuac y 150 del Valle de Chalco y, por consiguiente, poner en riesgo a la población.

Medidas preventivas

La concentración de aguas residuales de origen urbano e industrial en este nuevo lago ha causado problemas de cali­dad química y biológica, que pueden afectar a la población, en caso de inun­dación, y a otros seres vivos que se desarrollan en su interior.

De acuerdo con los controles y la magnitud de la subsidencia (movimiento de una superficie hacia abajo respecto al nivel del mar) regional observada, es ne­cesario evitar un crecimiento urbano mayor entre Tláhuac y el Valle de Chalco.

“Si se quiere reducir el riesgo de inundaciones, habría que analizar la conveniencia de incrementar en el futuro la cantidad y eficiencia de la infraestructura hidráulica; reubicar varias colonias de Tláhuac y el Valle de Chalco en un radio de 2.5 a tres kilómetros, con un centro en el pozo P9 del Sistema Mixquic-Santa Catarina; y propiciar el crecimiento controlado del nuevo lago de Chalco”, refirió Ortega.

Otras propuestas, estriban en crear un Consejo Metro­politano que defina las estrategias dinámicas e integrales para la prevención de desastres en el centro de la planicie del Valle de Chalco-Tláhuac, y brindar más educación e información a la población.

Además, incrementar la capacidad de las autoridades para diagnosticar e interve­nir en la reubicación de familias asentadas en zonas de alto riesgo, y establecer un equilibrio entre la planeación de las áreas de conservación y el mejoramiento ambiental, y la reducción o mitigación del riesgo para la población.

El crecimiento controlado del nuevo lago de Chalco permitiría el retorno masivo de aves migratorias y de especies acuáticas nativas de la región, y abriría la posibilidad de practicar la agricultura en sistemas de chinampas, que mejoraría, sin duda, las condiciones sociales y económicas de los lugareños, y el desarrollo del ecoturismo.

Consecuencias

Como resultado de la extracción de agua subterránea en la periferia y en el interior de la antigua planicie lacustre de Chalco, se generó la migración del agua de las arcillas (acuitardo). Los hundimientos registrados en la superficie del terreno son consecuencia de la aportación de agua subterránea del acuitardo hacia el acuífero subyacente.

El acuitardo es una formación geológica, constituida principalmente por arcillas, que contiene apreciables cantidades de agua con altas concentraciones de sales en solución, que transmite lentamente y no es apta para la obtención de líquido destinado al consumo humano.

A finales de los 70, el promedio en la subsidencia del terreno fue de entre 0.10 y 0.15 metros por año, inducido por el bombeo regional y previo a la construcción de los 14 pozos del Sistema Mixquic-Santa Catarina. En los años 80 y 90, se llevaron a cabo nivelaciones del terreno. Los ritmos de hundimiento fueron, entonces, de 0.40 metros por año, mismos que continúan hasta la fecha.

Con los modelos matemáticos se pudo precisar también la cantidad de agua que ingresará de las arcillas al acuífero en 2010: 1.8 milímetros por día, por metro cuadrado, mientras que en 1986 incorporaba un milímetro por día, por metro cuadrado.

Créditos: Universidad Nacional Autónoma de México (www.unam.mx)

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