· EU define así a los pozos ubicados a 300 metros, mientras que México nombra así a los que están a 500 metros de profundidad, desde el sexenio pasado, informó el integrante del IIEc de la UNAM, Fabio Barbosa
· El país está bajo una “enorme” presión del mercado internacional para “empujar” la producción del crudo, afirmó
· Participó en la mesa de discusión Cómo desarrollar y tener tecnologías de frontera para detonar proyectos nacionales y fortalecer la planta técnica
La noción de aguas profundas es ambigua y no existe una convención internacional para definirla, pues en Estados Unidos, país donde se originó este concepto, se llama así a los pozos ubicados a 300 metros, mientras que en México, hasta hace pocos años, se estipuló a los mismos a partir de los 500 metros de profundidad, señaló el integrante del Instituto de Investigaciones Económicas (IIEc) de la UNAM, Fabio Barbosa Cano.
A su vez, detalló que como cada vez es más complicado acceder al petróleo, el país está bajo una “enorme” presión del mercado internacional para “empujar” la producción respectiva.
Barbosa Cano participó en la mesa de discusión Cómo desarrollar y tener tecnologías de frontera para detonar proyectos nacionales y fortalecer la planta técnica, organizada por la Facultad de Economía y el Programa Universitario de Energía de la Universidad Nacional, además de la Comisión de Ciencia y Tecnología del Senado de la República.
Ahí, el director de la FE, Roberto Escalante, dio la bienvenida a los ponentes en la mesa, moderada por el presidente de la Asociación Mexicana de Directivos de la Investigación Aplicada y Desarrollo Tecnológico, Leopoldo Rodríguez Sánchez.
En su exposición, Barbosa Cano dijo que “durante décadas”, el Instituto Mexicano del Petróleo, compartió con EU el margen para definir a las aguas profundas. Sin embargo, en el sexenio pasado, se empezó a generalizar el planteamiento de que eran profundos nada más los de 500 metros, “como una forma de mostrar que eran más difíciles e inaccesibles”.
En el aula magna Jesús Silva Herzog de la FE, explicó que Petróleos Mexicanos (PEMEX) explora aguas profundas desde el siglo XX. En el contexto internacional, “hay dificultades de oferta y cada vez es más complicado encontrar crudo y yacimientos gigantes en todo el mundo”; por ello, la gran presión para acelerar su generación.
Ante esto, opinó que es correcto rechazar esa pretensión, pues ningún país puede salir de sus problemas económicos y sociales, generando sólo materias primas como el petróleo.
En 2006, destacó, la empresa mexicana perforó a casi mil metros. En 1992 la paraestatal abrió su primer pozo en tirantes de aguas profundas, Ayin, frente a las costas de Tabasco.
Poco después, dijo, en el gobierno de Ernesto Zedillo se taladró el Chktah, ubicado a 400 metros de tirante de agua. En el 2005, se avanzó 200 metros más hasta llegar a Nab, a 650. En diciembre del año siguiente se abrió el pozo de Lakach, a 988 metros, “con reservas totales de un billón de pies cúbicos de gas natural”.
Barbosa Cano aclaró que para explorar éste último, fue requerida una compañía extranjera, bajo el esquema de contratos de servicio, sin compartir renta petrolera.
Para concluir la ponencia La situación de Petróleos Mexicanos en Aguas Profundas, el especialista adelantó que para este año, se pretenden perforar tres nuevos pozos profundos, con la peculiaridad de combinar su explotación con los someros, es decir, los que se encuentran en profundidades medianas.
En su turno, el académico de la FE, Ángel de la Vega Navarro, propuso tratar el tema del Golfo de México con una perspectiva internacional, pues precisó que lo que ahí se encuentra, no sólo le interesa a la nación.
Asimismo, recordó que PEMEX no está desarrollando tecnología para explorar aguas profundas.
En su momento, el integrante del Instituto de Investigaciones Eléctricas, Pablo Mulás del Pozo, urgió a corregir el rumbo de las innovaciones y tecnologías del país para no quedar rezagados en la competencia mundial.
México no tiene proyectos a largo plazo en ningún sector, e incluso, destacó, poco se hace para desarrollar e incrementar los adelantos en ciencia y tecnología. Lo que se construya ahora en el sector energético o en cualquier otro, se continuará utilizando dentro de 60 años, concluyó.
Créditos: DGCS Universidad Nacional Autónoma de México (www.dgcs.unam.mx)
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